martes, 7 de julio de 2009

Fenomenología del Reguetón

Primero que todo, ¿cómo se escribe? ¿Reggaetón, derivado del reggae o reguetón, derivado de reguero? ¿O regetón? Pocas personas han coincidido cuando les pregunto esto. Y son personas de diversas edades, desde los 10 a los 45 años aproximadamente. Heredero del crossover, este ritmo ha significado cambios determinantes en la moda, el concepto del baile y la idea del cuerpo en nuestras latitudes. Como todo ritmo musical, no salió de la nada. El reguetón nace en los Estados Unidos, en donde se han formado y unificado una gran mayoría de los ritmos latinoamericanos modernos (desde el bugaloo, la salsa, el tango de Piazzolla).Estados Unidos ha sido no solo destino migratorio predominante de los hispanos, y en especial los caribeños, sino que ha sido el espacio en donde mucho de lo que conocemos como "nuestro", se ha gestado. Hablar de lo hispano, lo latinoamericano, es hablar de las
características culturales de los pueblos abajo del Río Grande en contraposición y a la luz, de lo anglosajón, de lo estadounidense.
La presencia hispana ha sido enorme en el norte. México, Cuba y Puerto Rico y, luego República Dominicana han sido las nacionalidades más presentes por antonomasia. Hechos históricos relevantes determinan esto, pero ante todo quiero señalar que mucho del concepto, de la idea de lo que es lo "latino" nace ahí. Por ejemplo, la idea de comida mexicana que tenemos (absolutamente gringa). En Venezuela hay cierta excepción, pues hemos sido refugio de cubanos y dominicanos en diversas épocas del siglo XX. Son sensibilidades conocidas y que han determinado, en especial, nuestro gusto por la música.
Hablar de reguetón es hablar de la música de discoteca que más fervor ha despertado en el mundo latinoamericano (y en algunos lugares allende) desde la música disco (en general) y la salsa (en particular). Estos dos ritmos nacen en los setenta. Casi treinta años han pasado y, a pesar de la fuerza contenida en el pop en los ochenta y sus continuadores en los noventa, a pesar de bandas como la de Wilfrido Vargas y 4:40 (Bachata Rosa, de este último, es el disco más vendido en Latinoamérica en todos los tiempos) la fuerza del reguetón los supera. Ojo, no estoy diciendo que sea mejor (no lo creo), quiero decir que la presencia cultural de este ritmo ha llegado y por lo menos va a estar un rato largo.
Las cosas han cambiado. Y han cambiado porque no es solo el ritmo de una generación (completa del siglo XXI), sino que ha tocado todas las edades y los ámbitos. Lo bailan niños de preescolar y damas de más de sesenta. Pulula en todos los ipods. Y si bien no todos escuchamos SOLO REGUETON, su presencia es apabullante.
Por supuesto, existe quien odia el ritmo. Lo considera vulgar, falto de virtud musical, decadente, ordinario. Y este repudio es visceral. Levanta enemigos a diestra y a siniestra. Pero esta no aceptación (que es absolutamente válida) es la que ha surgido siempre al aparecer un ritmo nuevo. Ocurrió con el jazz latino y antes, con la onda nueva de Aldemaro Romero. Y antes, aquí en Venezuela también, con la música de raíces cubanas, que Mario Briceño Iragorry consideraba nociva para nuestro concepto de patria y nuestra sensibilidad. Ocurrió por parte de muchos con el mambo, con los tangueros tradicionalistas, con Piazzolla, con los cubanos y la salsa. Todo quiebre de lo tradicional generalmente tiene a su grupo de puristas que lo rechazan. Pero eso no evita que ocurra y, al final, el triunfo o no de un ritmo lo determina quien lo escucha.
Han cambiado algunas cosas. Las mujeres, en especial en nuestro país, se han caribeñizado (y, aunque no lo creamos, habían padecido una descaribeñización). Es decir, la idea de la belleza en el cuerpo se ha modificado (una vez más). Ya tener unos pocos kilos de más no es despreciable en los estándares de estética oficial. La falda corta, el short y tacones prevalece. Volvieron las piernas, cuando habían sido desplazadas completamente por los pechos grandes de silicón o no. Hemos bajado un poco del norte de la Florida a las playas de Quisqueya y Borinquen. Aunque tener presente que nuestra cultura caribeña tiene matices distintos a los de las islas frente a nuestras costas es importante. No somos iguales a ellos. Pero la semejanza se ha intensificado.
El baile también ha cambiado. Aunque parezca difícil de creer para algunos, el bailar en pareja no es algo que todos celebren. Se necesita arte y no todo el mundo lo tiene, a pesar de que en Venezuela todo lo bailamos como si fuera un vals con tumbao de negro.
Para los hombres es el cielo. Nada de practicar con mi hermana o las amigas de mi hermana. A la pista y listo. En general, uno no hace nada, se mueve un poco, mueve los brazos y ya. El común, que es mayoría quiero decir. La clave la dan las mujeres, que si son participes de grandes coreografías, que cruzan el ritmo con lo que aprendieron en la academia de flamenco y con las clases de danza del vientre. Y el hombre que se queje ante esto mejor que se quede en su casa.
El lenguaje se ha modificado, nuevas palabras han surgido: perreo, chula, chulo, etc. No lo he escuchado en el día a día aún, pero no me extrañaría que sucediera.
En verdad, no es tanto lo nuevo en el ritmo, es su capacidad de mutar, de fundirse con los otros. Así nació, hijo del rap, el hip-hop, el reggue, el merengue y pare de contar. Y cada día se experimenta más con él, cosa que quizás con otros ritmos de base más determinada no se pudo hacer.
No es una sola canción (como aserejé, por ejemplo, o macarena) y todo un movimiento musical ha llevado a intérpretes de otros géneros a incluirlos en su repertorio, mediante dúos o individualmente.
El reguetón es la determinación del ver, de la imagen sensual del movimiento, la cercanía de los cuerpos y el no-ver: el sonido. Esto es importante si estamos en una discoteca, en donde la luz es baja y reina la sugerencia, la mirada furtiva, el roce del cuerpo. Muchos lo llaman sexo con ropa, pero al fin y al cabo eso lo determinan los que lo bailan. Lo mismo decían de un ritmo como el mambo, prohibido en muchos lugares en su tiempo.
Al final, quien determina todo es el oído y la calidad musical. Si no la hay, si no hay una conciencia de esto, desaparecerá como otros, cumplirá su tiempo y será recordado por nostálgicos viendo fotos de una fiesta años atrás. Como ocurre con casi todos.

Pisa, elogio de mi hermano

No quería ir a Pisa. La idea de ir a una ciudad solo porque tiene una bendita torre inclinada me parecía estúpida y de turista japonés cruzado con gringo y luego vuelto a cruzar con maracucho. Prefería ir a Siena. Pero el énfasis concreto de mi hermano me convenció. La ciudad es bella, limpia, abierta con su río y sus puentes. Al final de largas calles, uno llega a la plaza. Parecía una feria, un mercado chino, una venta de empanadas en la carretera (cambiado esto por panninis, pizza y con suerte, calzone). El capitalismo en su máxima potencia y expresión. Camisas, sombreros, llaveros, dijes, sarcillos, etc con la imagen de la Torre. Y al final, la Torre. La imaginaba más grande. La imaginaba más inclinada. La imaginaba mejor coño, y me vienen con esta vaina. Me negué rotundamente a subir a ese estropicio. Simón me miraba condescendiente, paciente infinito como solo lo es él conmigo. El sí subiría. Mientras esperaba abajo, rodeado de españoles, portugueses y claro, japoneses, mientras leía los embustes indignantes de Casanova en sus memorias, levanté la vista y vi a mi hermano arriba, rodeado de la tierna luz de primavera en esa mañana. Lo saludé y me tomó una foto. Se veía magnífico. La altura de papá y toda su elegancia (igual que Christian, el mayor de nosotros), esa nobleza al desplazarse y esa desfachatez al tomar la vida a bocanadas. Parecía el dueño de la torre y todos los viejitos alemanes alrededor de él sus sirvientes. Mientras bajaba, no dejaba de pensar en la corrección de mi hermano, su sentido del ahorro, su piedad cotidiana y su casi santidad (de la que me alejé en un momento oscuro del alma). Su disposición abierta a vivir, a divertirse, a darse los pequeños placeres que lo llenan: el cine, un libro, una simple hamburguesa. Respeté esa constancia permanente de sus mejores y peores hábitos, esa fraternidad.
Al llegar me mostró las fotos y pude ver a todo el complejo transformado en otro. Tiene la mirada del que siempre ve más allá de todos. Como me enseñó viendo los cuadros en la Uffizi.
No quiso la consabida foto sosteniendo la torre. Se tomó dos con ella al fondo nada más. Fuimos a comer, y al paso, volteando a verlo, no hacía sino entender que lo mejor de mi mismo es su reflejo, su luz. Cómo me hacen lo bueno que pueda ser mis hermanos cruzando la luminosidad de sus presencias, cercanas o cercanos. Como soy simplemente un cruce de espejos en que espero el resto vea lo mejor de ellos a quien amo. A lo mejor con estas palabras.

Firenze, Palazzo Pitti

Llegamos en tren. Caminamos bajo la lluvia arrastrando las maletas hasta la vía XXVII Aprile en donde dormiríamos. A la tarde, bajamos por la vía Camillo Cavour hasta la Piazza del Duomo. Seguimos bajando y nos perdimos hasta dar con Santa Croce, en donde rendimos respetos a Dante, Maquiavelo, Galileo. Avanzamos hasta el Pallazzo Vecchio y la Galleria degli Uffizi. Pero ellos serían vistos mañana. Seguimos y desembocamos en el Ponte Vecchio y el Arno. Ahí te vi. Seguías hacia el Pitti y le sugerí a mi hermano que fuéramos allá. El Pitti fue comprado por los Médici cuando Luca Pitti y su familia se arruinaron.Fue ampliándose con los años. Entraste a la Galería Palatina y a los Aposentos reales. Tenías el cabello oscuro y largo, las cejas finas. Sin ser muy alta, eras larga. Los ojos de almendra oscura, no muy grandes. Preferiste la sala de Júpiter antes que las de los holandeses.Te detuviste al frente de un cuadro de Caravaggio. Y volteaste. Si, eras del norte a pesar del cabello oscuro. Sonreíste con los ojos con el cuadro atrás y toda la luz de Italia entró en ese cuarto, callado y oscuro. Bajé los ojos. Seguías mirando. Entró mucho gente y aún así me buscabas. Terminé en el baño que Napoleón adaptó para él preguntándome porque uno sigue a alguien por tan largo trecho y después no puede continuar.
Al bajar al Ponte de nuevo, a la luz del sol sobre el Arno te vi caminar alejándote: Es la belleza, la luz de Italia en mayo iluminándote y tú iluminándola. Es la belleza toscana que mezclada con la tuya, lombarda, turbia te enceguece.
Es la Belleza, que también acobarda.

Como una muchacha

Abro de pronto el blog y uno se entusiasma.
Dura hasta que se cenizan las palabras y dejan de ser aliento.
Y todo queda como lo callado del monte cuando hay peligro.
Hay un canto de cigarra y luego el cesar y el templarse en la espera.
Como una muchacha en su silencio.

Lena Yau, palabras en el Instituto Cervantes, Pekín-Shangai-Madrid

El camino a China comienza en una foto y en la reminiscencia de un olor que años atrás mezclaba el aquí, el allá, el hoy, el ayer, las dos partes de lo que soy.Un verano, hojeando el periódico, tropecé con una foto.La foto mostraba a una chica limpiando una carnicería judía en La Habana.Esa imagen escondía historias no estaban contadas.No podía apartar los ojos de la foto, la estrella de David en una isla del Caribe.Traté de dormir pero mi cabeza bullía. Nada me calmaba.Me levanté de la cama, recogí la foto y decidí hablar por ella.Escribí un relato que borré porque me pareció largo.Recordé las fotos que acompañaban a Barthes en el libro Barthes por Barthes.Quería hacer algo así.La foto, el relato de la foto, tenía que ser breve, usar la letra para contar una historia sin contarla, contenerla.Como la imagen.Lo escribí y me pregunté, ¿y ahora qué?Guardada en el ordenador, esta historia, no vive.Necesitaba compartir lo que la foto me había hecho sentir, la inquietud.Necesitaba saber si alguien más sentía el alborozo que me recorría.Pensé que tal vez la foto me impactó por inesperada.Por encontrármela al azar, entre tantas imágenes que soporta el periódico.Si la hubiera visto en una exposición me habría gustado, habría sentido curiosidad, me habría aproximado a ella con la mirada serena, porque de algún modo, me preparé para verla, fue mi decisión, yo fui hacia ella.Pero no era el caso.La foto me asaltó, se inmiscuyó en mi ánimo dominical, interrumpió mi lectura lineal.El salto lo cambiaba todo.Los planes de lectura, los pensamientos.No quería escribir un cuento al estilo tradicional.Quería escribir en un soporte ligero, rápido, dinámico, inmediato, de doble vía, impactante y fugaz.Como la oralidad.Entonces recordé que haciendo una búsqueda en google di con algo que desconocía y que me fascinó: los blogs.Los primeros que leí eran diarios personales.Al leerlos detenidamente observé que se abrían en temáticas.Diarios personales de madres primerizas, de personas que adoran tejer, de fotógrafos amateurs, de cultivadores de cactus, de emigrantes.Estos últimos llamaron especialmente mi atención.Personas de distintas procedencias en países ajenos.
Al comienzo sólo hablaban del caos interior que supone una mudanza.Del desarraigo.De las barreras idiomáticas.Pero en la medida en que el tiempo transcurría, los autores de estos diarios, abrían la mirada.Miraban hacia afuera, hacia su nuevo contexto, lo recogían y lo transmitían.La reelaboración de los recuerdos y de la realidad particular de cada uno de estos blogueros implicaba una forma de comunicación diferente y una escritura que, aunque no era literatura, comprendía algunas de sus características.Discursos apoyados en imágenes fotográficas propias, colores, diseños, canciones y una redacción muy cuidada, a ratos intimista, a ratos ficcionalizada.La ficción asoma desde el mismo momento en que el bloguero usa un seudónimo para firmar cada entrega, desde que da título a su página, desde que le otorga personalidad con enlaces y citas, desde que edita sus fotos para, otra vez, insinuar relatos.Entendí que quería hacer algo así.No un diario personal.Quería escribir como autora de ficción desde allí.La primera historia que publiqué fue la que mencioné al principio.La reminiscencia de un aroma que cinco años atrás juntó en un momento mis partes.Un invierno madrileño decidí hacer un plato decembrino típico venezolano.Hallacas.Intentaba llenar de calidez mis navidades españolas.Trasladamos el ritual a Madrid.Se cocina con música típica, se bebe ron, se reúnen los amigos para ayudar a hacer un plato colectivo.Tras dos días de trabajo, terminamos las hallacas y extenuados, nos acostamos de madrugada.Al día siguiente mi casa olía a mi pasado.Corrí las ventanas para buscar el sol.El paisaje era mi presente.Madrid estaba nevado.Ese día me di cuenta de que mi país eran dos países en uno.Hija de emigrantes españoles, en casa jamás se hicieron hallacas.Al intentar imponerlas como realidad única el paisaje me contestó.Escribí la experiencia a modo de presentación.La primera piedra del camino estaba puesta.La segunda fue el texto de La Habana.Un relato breve sobre la paz que recuperó un alguien en Israel al saber que su prima en decimo tercer grado que vivía en La Habana tenía una carnicería que observaba la ley.Aunque no la conocía sintió alivio cuando vio la foto en el periódico.Así supo que su sangre del Caribe no comía alimentos impuros.Igual que en el ejercicio escritural, el corpus del blog se fue creando desde adentro y no desde afuera.Siempre he pensado que la escritura funciona con mecanismos similares a los del sueño.Así, sin ser consciente del por qué, llamé al blog Mil Orillas y comencé a escribir y a publicarpequeños textos de ficción, a veces narraciones, otras poesías, apoyados con imágenes.Al cabo de diez o doce textos noté que la temática giraba en torno a lo gastronómico.Al cabo de veinte observé que no se trataba sólo de gastronomía sino de la vinculación de la misma, del alimento, del hecho culinario, con la palabra.Y después de ello concluí que era una tríada:Alimento, lengua y tierra.(El refugio).A partir de esas tres cosas surgía el motor de cada historia.Patologías, emociones, imágenes.Las pérdidas, los refuerzos, las identidades.Comprendí que las Mil Orillas eran las mil lenguas, con las que hablamos, con las que gustamos, con las que nos decimos.Mis orillas venezolanas y españolas a la vez, alemanas, chinas, cubanas, inglesas, australianas.Lo que soy, lo que somos.Mil orillas que escriben para Mil Orillas que leen.Comencé esta andadura, a ciegas, sin conocer muy bien el mundo blog, sin saber nada de html.Sentí la urgencia, me dejé llevar por la pulsión, y en una noche monté la página.Los primeros meses publicaba un texto por semana.Llegaron los lectores y sus comentarios.Al principio, el público se dividía entre Venezuela y España.Me leían expatriados, gente vinculada al mundo gastronómico, emigrantes.No sé muy bien cómo pasó, pero de un día para otro, el público varió y los comentarios se triplicaron.De un perfil muy definido de lectores pasé a un público heterogéneo.También los textos que publicaba al principio fueron evolucionando.Comencé a experimentar hasta llegar a lo que hoy se puede leer en Mil Orillas: Textos en los que prosa y poesía se invaden constantemente.Al comienzo sólo escribía lo que llamé Gastroficción: relatos cortos en los que el mundo de la alimentación era punto de partida.Comemos (se supone) tres veces al día.Detrás de esas tres veces hay un universo que va más allá de la estética y ética culinaria que todos conocemos, del glamour del mundo gourmet, o de los tintes mágico-románticos que se han trabajado hasta ahora.Desde afuera hacia adentro, el acto alimentario, implica industria, relaciones laborales, relaciones sociales, relaciones internacionales, políticas, poder, orden.Desde adentro hacia fuera, filias, fobias, identidad, arraigo, empatía, comunicación.La alimentación es una fuente inagotable de temas, ideas, contextos.Luego me atreví con poemas.Algunos con la misma temática, otros no.Y finalmente comencé a alternar gastroficción y poesía con una historia por entregas.La historia de Juan, un pintor que durante un encierro no voluntario engorda exageradamente, que cuando recupera la calle intenta pintar el mar pero sólo es capaz de pintar tenedores, que se enamora de una carnicera tartamuda y en el intento de conquistarla mete la pata sucesivamente. Desesperado, busca ayuda en su escritora favorita, MEC, una mujer llena de fobias y experta en el amor y el fracaso.La historia de Juan es la base de un segundo blog, letra flotante, el blog de MEC.Desde allí la historia se cuenta con la voz de la escritora.He publicado también seis entregas de un libro de relatos que trabajo, Crónicas Tristes y dos de un poemario, Light house tales.Finalmente la ficción más cercana a mí persona está en los textos etiquetados como VENAS, JUNG FOOD (sueños), los relacionados con la actividad del Cervantes en su sede en China y los cuentos del Pez Fruta.El blog cumplió tres años el 27 de junio.Retiré todo lo que publiqué el primer año porque de esos texto nació una novela que acabo de terminar de escribir.Se titula Detrás del Atlántico.También retiré las entregas de Jelly Beans.(Las trabajo para papel).La experiencia de estos tres años ha sido enriquecedora.Me ha llenado de sorpresas agradables.El trato con el lector no ha supuesto problemas.Al principio contestaba los comentarios pero decidí dejar de hacerlo porque sentí que no debía comentar mi propia ficción.Escritura Digital, Escritura en papel.Paralelamente al blog, escribo para papel.Y en el ejercicio diario de ambas actividades noto que la escritura para internet es diferente a la que se hace para el papel. Cuando escribo para el papel siento que escribo a ciegas. Aunque mi escritura se caracteriza por la frase corta, cuando escribo en el papel, voy en largo. Los textos digitales se caracterizan por su fragmentación.* La escritura para el papel es un acto íntimo, silencioso, introspectivo. La escritura para el blog es (aunque se hace a solas) una escritura abierta, llena de sonidos (en ocasiones de ruido, de estruendo), efectista, corta, concentrada y quizá, prudente. Digo esto último porque en el papel siento más libertad que en el blog.La presencia activa del autor en el blog tiene ventajas y desventajas.Una de las desventajas es que en ocasiones, el lector asocia lo que se publica con la figura de quien escribe.En mi caso firmo con mi nombre real pero no escribo un diario ni hablo de temas personales.La figura del autor y su intimidad despierta un cierto interés. El lector aspira a leer no sólo los textos del autor sino al autor mismo.Por eso, aunque intento que nada condicione mi escritura, he de reconocer que cuando escribo en abierto soy más cauta que cuando escribo a ciegas.* La escritura para el papel es bidimensional.El autor escribe sobre una superficie plana.Debajo del papel no hay nada.Media un lapso determinado de tiempo desde que se concibe el relato hasta que se publica para que el lector lo reciba.Una vez que el lector se aproxima al texto hace una lectura personal, probablemente con anotaciones en las páginas, de la que el autor no tendrá conocimiento.La escritura para el blog en cambio es multidimensional.El autor escribe sobre una superficie penetrable, líquida, traslúcida.Detrás está el lector, esperando.Lee y comenta.El autor lee a su lector.Lee su comentario, lee su perfil, tantea su blog si lo tiene.Yo me miro en el lector y el lector se mira en mí.Los comentarios que se hacen en un blog equivalen a las notas que escribimos en un libro que leemos.Incluso el subrayado existe.Hace pocos días uno de los fundadores de twitter decía que el ser humano tiene una necesidad imperiosa de informar de sí mismo.Yo añadiría que también necesita leerse en la letra ajena.Lo que se escribe en la superficie del blog es ficción.Lo que se escribe debajo, en los comentarios, también lo es, porque de algún modo, el bloguero es un personaje.La realidad virtual lo inviste como tal.* El tiempo en el blog tiene un papel primordial.La inmediatez.Mientras más rápido, más instantáneo, mejor.La moderación de comentarios, la exigencia de una palabra clave para evitar el spam, las entradas programadas, le restan velocidad al blog.Y aquí la vida se mide en términos de velocidad.El blog debe palpitar.Un bloguero habló una vez de que hay que escribir como si el autor estuviera muerto.Yo difiero.Creo que eso funciona quizá en el papel, no en el formato digital.El lector quiere contacto con el escritor, saber que detrás de cada relato está respirando el autor.La ficción que se escribe en un blog es ficción en tiempo real. Una escritura con respuesta que se produce desde la anulación las fronteras espacio temporales. Se agotan los paralelos, los husos horarios.* Vivimos tiempos en los que el ojo nos mira constante.Cámaras que vigilan espacios públicos, espacios privados, centros infantiles, cámaras que aman, cámaras que observan la literatura que se hace en un blog desde su génesis, que observan el crecimiento de la letra, que caminan junto a la palabra.El blog es una cámara más.Observamos la vida de la letra del otro. Por eso el cierre de un blog desconcierta, desorienta.Creo que por la vinculación tan estrecha con la realidad, el cierre de estos espacios de ficción y autoficción se vive como una muerte.Ventajas que son desventajas o viceversa* La aspiración de todo escritor es ser leído.A mayor número de lectores mayor placer.Una de las ventajas del blog es esa: es un vehículo que propaga la escritura.Es accesible y cómodo.La accesibilidad se convierte en una desventaja cuando, ante la falta de legislación, los textos son plagiados.* El hecho de que el formato entrañe periodicidad es una ventaja porque obliga a la escritura, la disciplina, mantiene la mano caliente y ligera.Esto se transforma en desventaja porque también supone una obligación.Si no se controla, el escritor del blog secuestra el tiempo del escritor de papel.* La respuesta del público es un estímulo que activa la creatividad.En ocasiones, esa respuesta viene con una sobrecarga emocional.Si no se administra la distancia ante esa emoción, el estímulo activa la parálisis.* Lo que sucede en los blogs es fiel reflejo de lo que sucede en los libros.¿Hay literatura en los blogs? Por supuesto. Tanto como en el papel.¿Hay escritura mediocre en los blogs? Absolutamente. Igual que en el papel.¿Hay falso halago, se llama escritor a quien no lo es, se encumbran textos carentes de calidad? La respuesta es la misma.Y en cuanto al plagio, la ventaja del blog con respecto al libro, vuelve a ser la velocidad. Se descubre más rápido y se denuncia de inmediato.El Blog…¿es un género o un canal?Ambos.La plataforma es un canal.El entorno en el que se encuentra propone y permite un tipo de escritura que podría ser considerada como un género.El hipertexto de ficción, ese texto que incorpora recursos verbales y no verbales, que admite los lenguajes invadidos, que diluye la frontera entre los géneros, que plantea un cabotaje universal en un mar lleno de letras fragmentadas (entradas) y de islas (enlaces) que son sumideros que conducen a otras ficciones y éstas a otras y a otras y a otras.¿El camino hacia dónde?El universo blog está hecho de mares.Navegamos, atracamos, miramos y seguimos.Los textos se encuentran en las profundidades del agua.Publicar significa cortar la cuerda que los mantiene abajo y dejar que suban a la superficie.Cada texto es una piedra flotante.La suma de los textos hace caminos. El camino del escritor.El camino del lector. Caminos variantes.Dispuse a gusto mis piedras flotantes haciendo con ellas un itinerario.Las piedras se dejaron llevar por la corriente y la ruta trazada se bifurcó dando lugar a más de un derrotero.Uno de ellos me condujo a la novela que acabo de escribir.Otro me trajo hasta aquí.Para saber a dónde lleva el resto habrá que transitarlos.En eso estamos

Eneas, second thoughts

Entiendo poco de dioses, diría Eliot, pero he comprendido que prefiero su cuerpo al Tíber o al más caudaloso de los ríos. Su cuerpo flaco, con sus huesos completos y ese olor a salitre que trae desde el vientre hacia afuera y desde el mar hacia adentro. Su cuerpo flaco, al ritmo de mis ojos al verle, al paso de los grillos devorados en la orilla de esos ríos.
No cesa ningún coro con la muerte. Acepto ser el devoto que vea encenderse la pira, y al acercarte, evitar que te abrases, Dido, entre las llamas de sus lenguas.
Roma tendrá que esperar Virgilio, que me observas con el miedo que Augusto te despierta. Supe, antes que escribieras el descenso, mi encuentro en el Hades con ella. Lleva, mejor tú, en tus espaldas su mirada doliente. Ulises entendió poco esto, y uno aprende de errores ajenos a veces. Déjame con Dido, escribe: enviará un hijo nacido del vientre de ella a fundar a Roma.
Ve delineando tu Arcadia, vela componiendo. Tú serás exiliado de igual manera, como lo será Ovidio y el florentino a quien servirás de guía.
Yo me quedo en Cártago: mejor las largas piernas de Dido a alabar con complacencias a los Césares.

lunes, 6 de julio de 2009

Última vela

Las mujeres van cayéndose a pedazos, empiezan por los senos que las manos no contienen ya; no levantan más el rabo: sus labios se secan, su piel se seca y endurece en las axilas poblándose de lechos olvidados.Ante las velas, cada una pide un viejo con quien morirse, que no las toque cuando duerman, que no reproche los vellos en sus cuerpos ni su lectura de sor JuanaLos hombres en cambio nos desplomamos de inmediato, no damos espacio a que el tiempo labore y surque sus espacios. Todo de golpe cae y se hace polvo mientras limpiamos el revólver y colocamos las balas.Cada tanto tiempo, ella baja a los infiernos a cenar con sus demonios. Desaparece su mirada, su presencia de los días. Anida en sus carbones, los consulta y alimenta con su olvido.Cuando vuelva, buscará que le espantes el azufre que la envuelve, solo eso. Tus palabras no curarán nada. Aunque la beses, no habrá lluvia entre sus piernas. En tus ojos buscará los parques, los campos de batalla, las lunas que pasan y que vuelven, a el que abandona los hijos, las manadas de perros por las calles, las barbas y la calvicie, los grandes templos, el sol en estos parajes de ferias y de ron, el ardor, la sangre.Buscará en tus ojos un bastón y tu aroma de sudor viejo, un beso en la frente en las mañanas.Ahora sabes.Los hombres, a veces, también aprendemos.

Pechos

No es que mire el vaivén de tus pechos al andar, ni tus ojos. Es así como vale la pena mirarlos: rítmicos, desangelados, olvidados del mundo. Como cuando te los palpas buscando enfermedad o placer; como cuando me los muestras muerta de risa, sin entenderlos.así los veo: libres a su peso, hermosos, hechos de tiempo.

LA AMANTE, de Santísima Rivero

El sonido de la puerta principal, nos sorprendió. Jamás imaginamos que llegaría días antes de lo previsto de su viaje por Paris, al escuchar los pasos subiendo por la escalera buscamos prontamente donde esconderme pero fue inútil, ya sabía que Yo estaba allí. Bruscamente abrió la puerta para capturarnos in flagranti sobre su lecho matrimonial. Arrebatada de rabia e ira lo golpeo fuertemente mientras profanaba grotescos insultos, en ese momento justo cuando me disponía a huir coincidimos la vista, su mirada acusadora, sus ojos enrojecidos me asustaron profundamente, no encontraba donde guardar mi cobardía. Logré escapar de la embarazosa situación cuando él la llamaba por su nombre pretendiendo explicar lo inexplicable, se distrajo de mí para continuar con su arrebato de furia contra él. Baje corriendo las escaleras y en el vestíbulo me encontré con mi cartera, sobre sus maletas ese peludo y caro abrigo que traía de su viaje, lo coloque sobre mis hombros y salí de la casa.Ahora me encuentro sola, caminando por la calle cubierta con este lindo abrigo de visón que viste suavemente mi desnudez, reflexionando la situación agradezco que para él sea un gran fetiche poseerme con mis zapatos, no he perdido nada: tengo mi cartera, mi rolex y su abrigo. Caminaré por mi calle -donde él me recogió-, esta vez abriré mi nuevo abrigo con la esperanza de encontrar otro buen cliente con quien terminar y redondear la jornada de hoy, a ese viejo rico con el susto, no le dio tiempo de pagar.

Recuerdos de piano, dice la mayor

Escucha bien esa pieza, hijo. Yo recuerdo que tu abuelo me dio clases de piano de niña. Y quería ser bailarina también. En ese tiempo nos mudábamos mucho, pues lo buscaba la gente de Pérez Jiménez. Éramos ya varios hermanos y con la ropa, las cosas de los niños, el acordeón y las valijas de mamá, nos trasladábamos. Y entonces, claro, ya no podía haber piano. Hubo un tiempo en que vivíamos todos, mi hermana, mis cuatro hermanos y mis padres medio escondidos en dos cuartos. Después del 58, Papá decidió comprar una casa. Nos la mostró luego de un viaje a Cumaná que hicimos toda la familia. Pero a mamá no le gustaba. Era lo suficientemente grande como para que cupiera un piano. Y eso echó por la borda casi todo. Luego, prestaron y botaron el dinero y no fue sino hasta cuando tu tía y yo, que éramos las mayores y comenzamos a trabajar, que conseguimos comprar el apartamento en Vista Hermosa. Y todos nos levantamos. Vivimos la dictadura, la llegada de la democracia y la rebeldía de Daniel, tu tío el menor, que era ñángara y protestaba quemando carros. Con política o no, no dejamos de trabajar o estudiar, con mudanzas o no. Como el tiempo en que vivíamos donde la abuelita en la avenida Gáspari, tiempo tan duro y ajetreado o cuando cerraron la Universidad y no pude seguir estudiando.Entonces, llegaron ustedes, tus hermanos y tú, y también tus primas y primos.Y hoy están aquí.Escucha y toma consejo hijo: han tenido y tendrán tiempos duros tú y tu generación.Solo nunca olvides estos recuerdos de piano.

Playball

Mickey Mantle jugó muchísimos años con una pierna mala, que debía tratarse y amarrar como un perro sin educación ni disciplina. La Osteomielitis, a pesar de la penicilina, duele siempre. Fue operado de la rodilla seis veces en toda su carrera. A pesar de la triple corona en el 56, perdió la competencia con Maris por el record de Ruth en el 61, gracias una vez más a su pierna mala y sus lesiones. Murió hace pocos años.Mis labores con estas sílabas llevan un principio de muerte desde que me acerqué hacia ellas. Sufre la espalda, sufre la memoria en los insomnios que tanta locura traen. Me recuerdan que llevan veneno y que el palpar continuado, el frote de piel, de dedos contra teclado, también carcome los ánimos.Uno sale al juego y se planta en el home Padre, cada vez que le toque. Sólo eso nos queda con los años. El bregaje. Apagar el laptop y mirar con ironía, en una esquina del cuarto, un guante raído, un bate mordisqueado de ratas. Una barajita vieja de Mickey Mantle.

Béisbol

Triangulo del valle caraqueño: El Caracas es un tipo bonachón, cervecero y maiamero. Es un optimista por antonomasia. Vive de la sombra del Cervecería y ama profundamente los ochentas. La Guaira es algo así como lo alternativo, culturoso y añorante. Equipo de intelectuales y amantes de la batucada brasilera (aquí asumimos todo). El Magallanes es misterioso, trágico y politiquero. Lo acompaña una sombra de muerte y de epifanías; es un Rasputín mascando chimó.Antes o después del juego, cada uno tiene su dark side

Birras con un Guardia Nacional

¿Está ocupada la silla pana?, ¿no?, de pinga. Es que necesito hablar un par de vainas contigo.¿Vargas es tu nombre? Mucho gusto pana, Ricardo. ¿una birra?, ok, Pedro traeme dos tercios. Dime algo Vargas, ¿a ti no te ladilla estar parado todo el día bajo el sol en este fin de mundo?, ¿y armado hasta los dientes además?. Fíjate, yo subo en el autobus de la universidad y, con bastante frecuencia, a esta altura de la cortada del Guayabo, en la redomita pues, los veo instalados a ustedes. Cascos, chalecos antibalas, escudos, peinillas,fusiles, pistolas. ¿qué más tienes ahí?, ah claro, ¡gas del bueno!. Cuéntame: ¿a ti no te da como vaina pegarle un coñazo a un carajito de esos?...¿los has visto?como flacos vale, esmirriados. ¿y a las muchachitas?, ¿no te da pajita verlas llorando?,¿corriendo barranco abajo para que no las malogren?,¿sabes que esa gente se está desarrollando todavía y si los maltratas mucho les jodes el cuerpo y todo?Pues sabrás que sí, chico, leí eso hace poco. Apenas están creciendo. Crecen como hasta los 24, después de eso el que no echó tamaño pues así se quedó. A menos que fumes mucho y desde temprano, como yo.¿en serio?, ¿a ti te pasó lo mismo? jajajajajajaja, pa que tu veas Vargas, el cuerpo no miente. ¿sabes que las marcas de perdigones no mienten tampoco? ¿que te dejan la piel vuelta mierda casi pa siempre? Imagínate una niña bella de esas así. ¿tu le pararías bola?, ¿te imaginas como se puede sentir?Te cuento Vargas, aqui nadie quiere tumbar gobierno, ni quitarle nada a nadie. ¿sabes que quieren esos chamos?Irse a rumbear tranquilos sin el miedo de que los violen, o secuestren (en el Táchira y el Zulia es arrecho amigo mío), o simplemente roben. ¿sabes que es lo peor?¡Qué de día ahora pasa lo mismo vale!Es que ni el sol es ya salvaguarda (Pedro, dos más). ¿a ti no se te ha ocurrido que si en vez de estar aquí estuvieran cuidando la frontera, o las mismas calles, la cosa sería como más tranquila?Sí, ya se que no es tu decisión, que cumples órdenes y tal. Te entiendo. La vaina militar. ¿pero chico, Varguita, tu sabías que si jodes mucho a unchamo de esos y lo matas, eso es un crimen?, Un asesinato pues. Sí, chamo, igual que los que amanecen con una bala en la cabeza por no dejarse quitar el carro. O no, es peor, porque este a lo sumo intenta que no le pegues tanto. Ok, es válido que tu te hagas el loco y en verdad no les pegues. Claro, como no te va a dar paja. ¿pero sabes que con ese gas que echan una persona se puede morir si lo respira mucho?Marico si, creeme, pasa.En fin Varguita, ¿que coño hacen ustedes aquí? ¿órdenes?, bueno, te lo pongo así: se uno de esos chamos se muere, cuando busquen culpables les van a echar el muerto es a ustedes. A pues, en serio. ¿O tu crees que el jefecito va a poner el culo por ti? (otra ronda Pedro), no, no, no, no, no...tu estás aguevoneadísimo Vargas. Eso es un crimen de lesa humanidad, lo que quiere decir que no se acaba nunca el dictamen. Te marcan, chamo, como el ganado. Y te jodes.Sabes, hace unos diez años estaba en el Café Rajatabla, en el Ateneo, haciendo esto mismo chico, unas birras y tal y de repente volteo y veo en una mesa, sentado uno al frente del otro, a un Guardia Nacional y a un Punketo. Tomando birras. Esa vaina parecía Amsterdam mi pana, nadie le paraba bolas a nada y bueno vale, la gente compartía. No había este comemierdismo permanente. Tomo muy malas fotos, salgo muy mal en ellas además, pero ese día hubiera brindado una caja de birras por tomarles una foto a esos carajos. ¿coño, tu te tomas una foto conmigo Vargas? No, no, déjate el casco, el verguero ese que tienes encima. Pedro, una segunda ahí: la cuenta y una fotico aqui con el pana. Gracias Pedro, déjalo así. ¿Está depinga la fotico no Varguita?. Tranquilo que te la mando por mail. Dime algo,¿como ves mejor la foto, así con este pana o que te la tomen dándole coñazos a los estudiantes?. ¿Esta es mejor o sería mejor una tuya en el periódico que dijera: ASESINO?Echale coco a lo que te digo Vargas. Pendiente pa otras birras, pero esas las pagas tu.Mientras, hazme caso y echale coco a lo que te digo

Cuando los libros son una ladilla

Mis amigos saben que fui librero y los más cercanos saben que, aunque no ejerza ahora, lo sigo siendo. Durante los últimos cinco años visité innumerables casas, mansiones, apartamentos, maleteros, en donde diversas personas buscaban salir de ellos. Las razones fueron múltiples. Las principales: se marchaban del país, nos mudamos a un apartamento más pequeño (los muchachos ya crecieron y se fueron), nuestros hijos no leen y qué hacemos con tanto libro a estas alturas y, claro está, necesito dinero. Todas son válidas (incluída la muy triste de mis hijos no leen) y buscaba asesorarlos en cuanto a qué valor tienen en el mercado, cuales podrían vender más rápido, cuales consignar (modalidad que la librería en donde trabajaba permitía), cuales donar y, por supuesto, cuales se recomendaba conservar. Nada fácil la última: conservar. Con suerte, ya estas personas había hecho una preselección de algunos libros. Generalmente no era así. Privilegiaban otras cosas. Por mis manos pasaron fotografías, cartas, declaraciones de amor, cartas de renuncia, documentos de divorcio, etc almacenados en los libros. Anotaciones, subrayados, apuntes en cada uno de ellos, muchos de gran valía. El hecho resaltante era que cada quince días aproximadamente o más, pasaban por mis manos y mis ojos la vida de muchísimas personas, sus hábitos, sus viajes, sus diversas ciudades en donde vivieron y padecieron. Si hay algo con lo identificaba mi trabajo ante esto, era con la palabra responsabilidad. Tenía una responsabilidad con quienes habían tocado, llorado, rabiado, sonreído, con estos libros. Porque, al final, un libro es uno de los mejores testimonios de aquello que hemos sido.Esta semana escuché la noticia de los libros vendidos como pulpa de papel. Hoy, con El Nacional en mano, lo he podido comprobar. 62.262 libros. Y faltan algunos más por auditar. Esto, al parecer, solo en Miranda. Indica el artículo de Laura Helena Castillo que obras que quizás no tenían muchos ejemplares en las bibliotecas fueron entregados. Si habían tres se vendían dos y se quedaban con uno. ¿para qué más?, supongo que se preguntaron los inteligentes encargados de esta oscura labor. Y así, hemos caído en el foso. ¿Qué es el foso?: ese lugar en donde los gobiernos muestran su confirmada vocación de totalitarios, de esperpentos de la historia. Gobiernos, de izquierda y de derecha, que se creen con la potestad de borrar el pasado, de rehacerlo al antojo de quien ejerze el poder y además, como bicoca, de decirle a uno "qué es lo que deberías leer". Es decir, es el momento en que el gobierno se convierte en un librero sádico, con tendencias destructoras, para quien sólo lo que el recomienda es digno de leerse. Olvídense de la libertad de escoger. Eso es para los desorientados, los ególatras, y los capitalistas salvajes.Siempre es la misma historia: yo tengo la razón y quien está en contra de ella, debe desaparecer. Y eso incluye los libros. Larga historia hay alrededor de esto. La Inquisición, Lutero, Hitler, Stalin y todo su aparato, la Cuba de Fidel, es decir, todos los fundamentalismos.Paso la página de la prensa de hoy y me encuentro con una entrevista realizada al mequetrefe que se hace llamar director (reciente) del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional (organismo que ya ha sufrido los embates de los vendedores con la repartición de varios libros importantes de la Nación y el resguardo obligatorio de La Piedrita). A este huelefrito no se le ocurre decir otra cosa sino que "...el problema de la ideología no es un asunto ni proselitista ni partidista, se trata de la concepción de un Estado, un sistema. La mayor parte de los libros que están en las bibliotecas tiene una ideología capitalista dominante. Los libros de autoayuda incitan al individualismo, a que tu crecimiento personal no tenga nada que ver con el crecimiento del otro. Los libros de historia de hace muchos años ven a la historia desde la dominación. Son libros de ideología capitalista".Uno lee las estupideces de dinosaurio intelectual que este caballero escupe y le dan ganas de vomitar. Porque al final, como siempre en la historia del hombre, en la historia de aquel que quiere pensar por si mismo, el gran muro es el Poder. El otro, del que habla este señor es el Poder. No la sociedad, no la polis a la que pertenecemos y en donde vivimos. Al final, todo el que piense distinto al Poder totalitario, debe ver los libros quemarse desde una esquinita y tratar de mantener en la memoria aquello que leyó. Como la viuda de Mandelstam. Como lo han hecho los judíos cada cierto tiempo. Y eso, no podemos permitirlo.Un libro lleva sobre su lomo mucho más que su contenido. Se hace por la lectura, acontece, existe, gracias a que es leído. Estar en un estante solamente lo hace un objeto más. Fue hecho por el hombre para ser manoseado, recorrido, disfrutado por los ojos e incluso, por el tacto, la calidad del papel, el olor de libro nuevo, el aroma a cuero, a pega que puede desprenderse. Aunque cada día nos acercamos más al libro digital (somos los últimos de una Revolución Industrial cada día más superada por la Revolución Tecnológica) los libros están para quedarse. La creación de la imprenta no significó la destrucción de pergaminos. La edición industrializada no significó la desaparición del libro bien editado, bien cuidado. Son documentos, hechuras del hombre, patrimonio de la memoria colectiva de todos. Los libros no son pedazos de papel y cartón, cosidos o pegados. Son materia viva llena de memoria gracias a las imágenes y las palabras. Son objetos mágicos con los que hacemos sortilegios para no morirnos de verguenza en la decadencia humana. Son instrumentos de cambio y herramientas para la libertad.No entender esto es caer en la barbarie. Saberlo y aún así, acometerlo (como hacen estas sanguijuelas) es revolcarse en el lodazal de la idiotez y la ignorancia. Como sólo el Poder, más aún en nombre de Revoluciones, ha sabido hacer, y por lo visto, aún hace.Los libros, no son una ladilla de la que desprenderse. Son una de las señales inequívocas de nuestro sentido de la libertad , colectiva y individual

La pajita y la cayapa

He vivido en El Cafetal la mayor parte de mi vida. Estudié en la Alfaro Zamora, mejor conocida como La Escuelita. En esos tiempos uno arreglaba las cosas de una manera sencilla: nos veíamos en la Biblioteca Raúl Leoni, que tiene unos espacios en círculo que funcionaban perfectamente como ring de boxeo. La cosa empezaba así: en la cancha o en el patio donde ocurría el primer desencuentro con el otro, luego de miradas frías y empujes, aparecía alguien que ponía una pajita, una hoja, lo que fuera en el hombro del otro y te retaba a tumbárselo. Si lo hacías, sonaba un griterío y se pautaba el combate para la hora de la salida. Y eso era un combate de boxeo: dos en el medio y el resto alrededor en círculo, cual un coliseo en miniatura. El que ganaba, ganaba y ya está. Pero había, lamentablemente, otra versión de la pelea. Te buscaban afuera o, en alguna verbena de colegio, te buscaban varios con vistas a golpearte a mansalva. Generalmente, alguien salía en apoyo tuyo y así, se armaban unas tánganas sin igual que se detenían con la llegada de la policía metropolitana, que hizo estragos en esos años (nunca me detuvieron, pero el recuerdo de un par de peinillazos no se olvida así como así).Participé poco de ambas modalidades. Tuve 3 combates, 2 ganados y 1 empatado. En cuanto a la segunda modalidad, en esos tiempos en que empezaba a fumar, los pulmones estaban enteros y en los cien metros nadie me ganaba. Es decir, corría y no era alcanzado. De todas maneras fui de los tranquilos del colegio, nunca participé de grupos o bandas, como fueron las de Plaza Las Américas o los punketos de Caurimare. Lo más cercano a banda alguna era el grupo de amigos de mi hermano, un año mayor que yo, que contaba con la bicoca de tener en su sección a las muchachas más bellas de todo el colegio. Ese era el combate mayor: que ellas lo vieran a uno. Uno hacía paralelas, barras, estaba en todos los equipos de deportes, trataba de vestirse mejor, etc solo por ellas. Al fin y al cabo, entre un ojo morado y una sonrisa de alguna, ganaba la sonrisa claro está.Hago memoria de esos años, memoria no siempre feliz, pues alrededor de estos sucesos ocurrió uno que viene al caso de lo que quiero decir: en ese tiempo estudió conmigo un muchacho hijo de un ex-guerrillero, miembro del MIR, rebelde por demás. Yo soy hijo de militar, que combatió las guerrillas de los sesenta. Hicimos amistad. Y un día, en vistas del deterioro del colegio (público), decidimos cerrar la calle del frente, y sacar los pupitres rotos como barricadas. Hicimos la que creo fue la primera protesta de corte político del colegio. Hubo convergencia, acuerdo, tolerancia en pos de un objetivo común.Soy profesor en estos momentos en la Universidad Simón Bolívar. He seguido con cuidado el movimiento de los estudiantes y me complace ver quizás aquello que algunos ya sentíamos fue un signo de los tiempos: se lucha por un país de incluidos, no de excluidos. De nada vale el "quitate tu pa ponerme yo" como proyecto de país. Venezuela, en democracia (con sus desastres y horrores, sumamente criticables) ha sido epicentro de la discusión entre izquierda y derecha en el continente y el mundo. Hemos visto empresarios nacionalistas y gente de izquierda que rompe con la línea soviética y cubana. Hemos tenido personajes como Eugenio Mendoza y Gustavo Machado en nuestro haber, así como a Hans Neumann y Teodoro Petkoff, por decir algunos. Bajo esa línea, se mueven los jóvenes de hoy. Jóvenes que son hijos de la caída del Muro de Berlín y ahora de la caída de la Bolsa de Nueva York. Entre la crisis de la izquierda y la crisis de la derecha debe prevalecer el acuerdo, el diálogo, la tolerancia: la convergencia (y no hablo de la agrupación política de hace unos años).A pesar de esto, el gobierno, de una forma más que suicida, insiste en descalificar a los estudiantes. ¿Qué va a hacer, pasarles un tanque por encima como hicieron los chinos en Tiannamen?. La juventud, los estudiantes son la rebeldía, son los que critican, los que señalan, los que preparan los tiempos de cambio. Son también, por desgracia, la carne de cañón, los héroes y mártires. Como profesor, como admirador de mis estudiantes y por el profundo respeto que les tengo, hago un llamado a que se les de el lugar que les corresponde: el presente. Ya basta de futuros. La modernidad se ha levantado sobre esa promesa constante de futuro en detrimento del presente que nos corresponde a todos, en especial a los jóvenes. ELLOS son la gran mayoría del país, y ellos toman las calles, protestan, se niegan a vivir un país de comiquita en donde el super héroe representa la metástasis de 30 años (10 ya de ellos) de corrupción y de burla del presente de ellos, en donde el super héroe no sabe que en cualquier momento pierde.No podemos seguir siendo nosotros los muchachos de un tiempo pasado. En este tiempo, la paz vale mucho más que tumbar una pajita y terminar con un balazo. El cambio real, maduro, adulto, vale más que creerme dueño del poder por tener una moto y en bandada, caerle a cayapa a las mujeres y los ancianos en la calle y luego correr.Ser valiente, en estos días, nos es reírse de los muchachos e insultarlos. No es creerse el papaúpa al que todas las mujeres quieren darle un muchacho. Ser valiente es levantarte a las 4 de la mañana porque vives en los valles del tuy o Guarenas tienes clases a las 7:30 de la mañana en Sartenejas. Y tienes exámen. Y te quieren quitar la oportunidad de labrar tu futuro y construírlo.Ser valiente es dejar atrás la pajita y la cayapa, dejar atrás la inmadurez de tus 50 años Hugo y respetar la madurez de aquellos que tienen 18 años.

La polis, la sala y la Academia: crítica de las humanidades

Rafael Cadenas, en su libro "En torno al lenguaje", muestra dos visiones que los escritores han tratado de mantener en el tiempo casi como premisas: la primera la sostiene Oscar Wilde, es aquella del "arte por el arte", la que sostiene que la escritura no tiene ningún fin útil en términos de sociedad. La segunda la promovió Emile Zola, y es la contraria: el artista tiene una función social, debe contribuír con cambios en la sociedad. La primera fue heredada por aquellos que ven la política con expresión de asco; la segunda ese error histórico que fue la "literatura comprometida". Ambas son visiones de su tiempo y nacen a partir de la Revolución francesa. Han tenido sus variantes de izquierda (hippies, etc) y de derecha (los edecanes de Gómez, por ejemplo). Ambas han fracasado porque son incompletas. Más allá de ello, vivimos un tiempo en que esa dinámica se ve sostenida por un mal de la memoria: la fama. Somos parte de una cultura pop mundial. El cadáver del Che Guevara fotografiado y asumido como "un cristo bajado de la cruz", o su posterior difusión global a través de estampados de su rostro en franelas (por lo que alguien recibe un beneficio económico) es un claro síntoma. La imagen convertida en herramienta publicitaria política se ha hecho tradición. Fernando Pessoa hizo la publicidad de la Coca-Cola en Portugal cuando llegó esta bebida por primera vez allá. Maiakovski diseñaba los afiches de la Revolución Rusa. Y así hasta hoy.La segunda versión de la fama, la encontramos en el símbolo mal interpretado, y nuestra perpectiva favorita es, por supuesto, el héroe. Su representación mayor la encontramos en la idealización excesiva de hombres y mujeres. Los mayores colaboradores han sido los gobiernos militares, desde Guzmán Blanco hasta el que nos tiraniza hoy. No entiendo por qué se debe representar a un indígena que batalló por sus tierras en tiempos de la Conquista y la Colonia como si fuese un fisicoculturista. Tampoco por qué Bolívar es el mayor de los románticos (fue un romántico, pero esa imagen que asemeja a Bolívar con Lord Byron es falsa). No es distinto con las mujeres. Han sido desterradas de nuestra historia por demasiado tiempo, pero su idealización no contribuye a otorgarle espacios cada vez mayores en la sociedad: una mujer es un ser humano. La visión de la mujer como si fuera la Beatriz de Dante o la Laura de Petrarca contribuye en todo menos en acercarla a tierra. La idealización de ella es para mi uno de los mayores crímenes que hemos cometido contra la feminidad. Las mujeres son tierra, sentido común, naturaleza. Cuando en nuestra sociedad procurarmos enaltecerlas constantemente como heroínas, las estamos elevando a niveles en donde su emulación se hace difícil. Son lo suficientemente bravas e inteligentes las venezolanas para que además las convirtamos en una estatua que adorar (como la Julieta en Verona, con un seno desgastado por el manoseo de tantos años. No podemos permitir eso: que una mujer sea algo donde posar, sobar y tomarse una foto). Mucho enaltecer aleja de la realidad. Hace años pude corregir la redacción y la bibliografía de una tesis de Doctorado en Mercadeo de la Universidad Complutense de Madrid. En ella se demostraba por encuestas que, de los países más poblados de latinoamérica, las mujeres más emprendedoras eran las venezolanas. Eso es lo real: no detenerse a pesar de los obstáculos, poder hacer tantas cosas y, ante todo, asumir tantas responsabilidades sin perder la batalla. En la misma encuestra nos muestran a los hombres venezolanos como los menos emprendedores de las cinco países. El venezolano pasó por un proceso fuerte desde el siglo XiX al XX: dejar de ser un hombre épico para convertirse en un hombre cívico. No lo hemos logrado realmente. Pasamos de la épica de la guerra a ser hombres trágicos: no saber ser hombres sin guerra, es decir, sin armas, salir de casa por largos períodos de tiempo, tener amantes sin que nos lo critiquen (imagínense, están en la guerra, se sienten solos, etc) y tanto más. La tragedia de la masculidad venezolana radica (entre múltiples cosas, apenas esbozo una) en la incapacidad de transplantar el Eros creador a los espacios de la cotidianidad. Sí, no todos; sí, muchos lo hacen y lo han hecho, pero aún así creo que es insuficiente.He hablado de la imagen y el símbolo que podemos tener de las cosas. Veo que en el ámbito del estudio de las humanidades ambas cosas privilegian por encima de la realidad. Nos cuesta entender que lo que hacemos en la Academia (el trabajo intelectual colectivo, o con fines colectivos) y en la Sala (el trabajo individual) va unido a la Polis. No es sólo que la sociedad ha reducido los espacios de las humanidades (lo vemos en el bachillerato, cuando se identifica con su "poca practividad") por razones de tipo laboral y practico, también es que persiste el atrincheramiento de los humanistas en su reducto. Ayer asistí a una marcha en donde la representación de las carreras humanísticas fue pobre, superada sobremanera por las carreras científicas. Nos cuesta entender que la acción (¿no trabajamos con la palabra?) no está reñida con la reflexión. Todo lo contrario. Invito a conocer y seguir ejemplos: los estudiantes del 28 y la generación del 58 también. Los intelectuales demócratas asociados a ellas: Briceño Iragorry, Picón Salas, Gallegos, Consalvi. Incluso los gestores de la guerrilla tenían su centro en las humanidades, en el pensamiento humanístico. Hablo de ejemplo, no de imágenes o símbolos que interpretar. La única interpretación es que esos estudiantes llevaron cárcel por lo que creían, que no estaban supeditados por la construcción de la utopía comunista: se centraban en la construcción de lo real, en el cambio de la realidad, en la apertura a nuevas visiones. Fueron hombres y mujeres fundadores de nación. Lo que debemos entender es que ese proceso fundador no ha terminado. Se debe continuar lo logrado y abrir nuevos caminos, no tomar lo bueno que otros han hecho y ponerles el cartelito de "embargado", "tomado", "secuestrado", que es el fin de este gobierno: el pillaje, la incapacidad de gestar, la ausencia de Eros.La Academia tiene su lugar en la polis: formar jóvenes que transformen la sociedad, no que se conformen solamente con verla a través de los libros, las películas, las fotografías y de las acciones ficcionales o no de seres del pasado. Creo que debemos hacer de la polis nuestra sala y de la polis, nuestra Academia. Octavio Paz escribió poco antes de morir que, a partir de la Revolución Francesa, en la sociedad moderna la derecha tomó la bandera de la libertad y la izquierda la de la igualdad. A todos se les olvidó la fraternidad. Mariano Picón Salas exhortaba a los intelectuales de los años treinta a construír esa fraternidad en un país. Hizo muchas cosas, otras quedan por hacerse. Que nuestras lecturas, nuestro acercamiento a las diversas artes nos acerque también a ese mundo representado, a esa realidad que puede modificarse. Lo enseña Dickens, lo enseña Victor Hugo, lo enseñan tantos. La ciencia tiene su lugar establecido en el mundo, a pesar de que en nuestro país aún esté relegado. Las humanidades pierden espacio y tratan de declararse ciencias para sobrevivir. Ambas se resumen en conocimientos y saberes necesarios para la vida y ante todo para el vivir en la polis, para contruír y transformar la realidad de esa polis. No propongo seguir la línea de Zola. Propongo seguir la línea de lo que los libros y el arte promueven siempre: la invitación a soñar, la invasión de lo ficcional como elemento transformador de las cosas, como el Eros que construye y hace ciudad. Que aquello que aprendas rinda frutos no solo para ti, también para otros. Puedo sonar iluso, no importa, tengo hombres y mujeres ejemplares que me enseñan (no que me inspiran por idealización) que no estoy tan equivocado. Creo en la capacidad que otorga la imaginación de construír realidad:de hacer con la ideas, no con el idealismo, una mayor Sala para la ciudad, llena de bibliotecas y museos donde transformarnos en términos creativos y concretos, no en términos de destrucción y quema de libros, de reducción de los espacios que tenemos.

Yo no soy arrecho

Yo no lapido mujeres adúlteras.Yo no mando mis hijas a un monasterio porque se enamoraron de quien no debían.Yo no quemé la fábrica textil en Nueva York porque las mujeres exigían igualdad de salarios y menos horas de trabajo.Yo no condené a Teresa Carreño porque se casó varias veces en el siglo XIX.Yo no obligo a nadie a cubrirse el rostro.Yo no ahogo niñas recién nacidas porque se prefieran varones en China.Yo no le extirpo el clítoris a ninguna niña en África.Yo no le caigo a carajazos todos los días a ninguna mujer como se hace en España y en Venezuela.Yo no violo muchachitas.Yo no mato a mi mujer, a mis hijas y luego cobardemente me doy un tiro.Yo no soy quien para decirte si te haces o no te haces las tetas. Son tuyas. Yo no tengo tetas.He entendido que cuando se tardan vistiéndose siempre salgo beneficiado.He entendido que vale la pena pagar la peluquería.Sé limpiar, planchar, y hacer mi cama.He entendido que no es no.Yo no condeno a nadie por no ser virgen.Tengo madre, abuela, tías, hermana y amigas que son como hermanas. No quiero discriminaciones para ellas.Yo no le voy a dar a Condolezza Rice lo suyo. Ella determina quien se lo da o no.Yo no tengo cuatro mujeres a la vez, 18 muchachos y me siento orgulloso de ello.Yo no batuqueo a una mujer contra el piso causándole daños en el cráneo como hizo la Guardia Nacional hace pocos años.Yo no tengo problemas en que ella maneje el carro, es más, lo suelo agradecer.Yo sí tengo amigas lesbianas y las respeto.No tengo peo con que ella quiera estar encima.Yo no ando arengando mi hombría, eso se demuestra en la cama con quien deba hacerse.No, los hombres no hemos escrito más que las mujeres en la historia de la humanidad, sencillamente a ellas no las han publicado.Sí, me han rebotado y no odio a nadie por eso.Sí, me han dejado y lo he aceptado y, hasta con el tiempo, continuado una gran amistad.Probablemente me han montado cachos, pero no he dejado de dormir por eso.Sí, las mujeres son mejores gerentes.Sí, viven más, soportan más el dolor y son multiorgásmicas.Yo no necesito ganar más dinero que ella para sentirme más hombre.Yo no soy arrecho.

El busto de Diego Ibarra

Los bustos son anónimos. No solemos identificar realmente de quién son. Lo sabemos por la plaquita que nos dice nombre, apellido y suceso heroico o de otra índole que le debemos. Nadie identifica realmente que el busto de Gallegos que está en San Cristóbal es de Gallegos, por ejemplo. O la estatua del prócer mexicano que está cerca de la estación de Bellas Artes es de alguien que no es de aquí. Sólo el afán guzmancista de tener una estatua o busto de Bolívar en cada plaza mayor (suceso que empezó a hacer piso en este sentirnos tan fregados) logró que identifiquemos a Bolívar. A un Bolívar que generalmente no era como aparece en la mayoría de esos bustos o estatuas además. Recuerdo una de las historias de mi padre: celebraban el décimo aniversario (creo) de graduados de subtenientes del Ejército sus compañeros y él y decidieron develar un busto de Diego Ibarra, prócer que da el nombre a su promoción. Para ello, envían a Papá, elegante, gocho y educado en uniforme de gala junto con otro compañero a casa de las Álamo Ibarra, herederas del prócer, a participarles de tan importante hecho. Llegaron, comieron con ellas y platicaron. Días después, horas antes del acto, el busto no aparecía. Se esfumó, pues, en algún depósito. Serrano Zapata, compañero de papá, aseguró a su Coronel que lo conseguía. Las horas pasaban y se acercaba el momento de develarlo. Todos eran presos de acidez estomacal. Las Álamo ya habían llegado, además de múltiples personalidades. Entonces, como super héroe que aparece de pronto, llega Serrano Zapata con un busto, lo coloca y lo tapa. Listo mi comandante, encontrado. Comienza el acto, con todas sus formalidades militares. Y develan el busto. Aplauden, brindan, conversan, dicen palabras, se despiden. Cuando están por retirarse, se acerca el Coronel fúrico, hecho llamas y centellas donde Serrano Zapata y lo increpa:¡¡¡¡ Serraaaanoooooooooooo!!!, ¡¡¡¡quién le dijo a usted que esa vaina es el busto de Diego Ibarra!!!!!. Nadie lo había notado. Sólo los de la promociónque sudaban y sudaban mientras el acto transcurría, bajo la mirada compasiva de las doñitas viendo a esos jóvenes sufriendo bajo el sol. Mi comandante.......es que no lo conseguí nunca. Pero apareció ese fíjese, y funcionó perfectamente, dice descaradamente Serrano. Por años, ese busto permaneció ahí y nadie se dió cuenta de que no era Diego Ibarra. Mucho tiempo después, caminando, mi padre se encuentra con su antiguo Coronel. ¿A que no adivinas Ramírez?, por fin conseguimos el busto de Diego Ibarra. Lo malo es que ahora la gente dice que no es ese. Papá sonríe, suelta una carcajada y sigue, impávido, su destino caminando.

Casa tomada (sobre el Ateneo)

No me molesta que el gobierno quiera crear una Universidad de las Artes (no puedo dejar de pensar que el pensum será dictado por Casa de las Américas, pero bueno), me molesta ese afán de quitar espacios otorgados a lo que conocemos como Cultura, en detrimento de un capricho personal. Me molesta cómo el Presidente insiste en anunciar sus políticas de Estado como un dato hípico. Lo suelta así, como anunciando que se empató con alguien a un grupo de amigos mientras juega dominó y se toma unos whiskicitos, y con la ex-novia sentada cerca. Eso se llama Tirria. Intriga, cinismo, buscar peo. Chávez insiste en ser un muchacho de Sabaneta con poder. Y en ese restregar el poder, se lleva un país por delante en detrimento de sus planes personales, extensivos a una corte de secuaces que se llenan las manos. Nada nuevo. Lo que no entiendo es cómo un gobierno supuestamente de izquierda insiste en reducir los espacios de la Cultura. Esos espacios fueron creados a punta de sudor por la izquierda en nuestro país. Lo entendieron los gobiernos blancos y los verdes: La disidencia también quiere construir un país. Entender esto es entender el juego democrático, no hacerlo es sumarse a la larga tradición autoritaria que desconfía de los espacios culturales.Yo trabajé en el Ateneo hace muchos años. Fui librero en la librería, valga la redundancia. En ese tiempo estábamos Guillermo, antropólogo y miembro del staff técnico de Desorden Público, Iván Niño, también del mismo staff, estudiante de Letras como yo y hoy en día Gerente de Mercadeo del Grupo de Librerías Nacho, Federico Pérez, hoy psicólogo emigrado a Chile, y Juan Pablo Mojica, estudiante de Letras en la Católica, hoy en Barcelona, España. Y éramos felices. Teníamos libros a nuestro alrededor, Festivales de Cine, Festivales de Teatro (hoy desaparecido), conciertos permanentes, los Museos alrededor y la Barra del Ateneo yRajatabla cerca. Comíamos en los alrededores, en especial en una panadería con servicio de comidas donde preparaban una Paella monumental. Pagábamos con cestaticket, pues el efectivo era para libros, transporte y cerveza. Sólo para eso alcanzaba además. Éramos estudiantes y éramos felices por serlos trabajando ahí, con todos los defectos que tuviera la institución. No todo era perfecto, era un lugar lleno de resabios, pero el ambiente era extraordinario. Conocí a Roberto Bolaño, un día de firma de libros, cuando ganó el Rómulo Gallegos (otro espacio tomado) y al cual, por cierto, pocos fueron.Traigo esto a colación pues, y creo que el Presidente y su gente culturosa alrededor no se da cuenta, los espacios culturales en nuestra ciudad son reducidos. No abundan. Y cada día abundan menos. Minimizar esos espacios y ante todo, las actividades asociadas con ellos es suicida. Si piensa crear una Universidad de las Artes, ¿en dónde van a explorar esos conocimientos?, ¿en Cuba?, ¿exclusivamente en instituciones nuevas creadas por el gobierno?, ¿qué hace un graduado en Artes por esa Universidad?.Los estudios universitarios no se limitan a la Academia, se complementan con la actividad laboral en otras instituciones, privadas o públicas. Por no decir cuán importante es un ESPACIO en donde esos conocimientos se puedan poner a prueba y discutir. La zona de los Museos y el Ateneo (por eso la estación del Metro se llama Bellas Artes) era la zona central de la ciudad para que el ciudadano, el estudiante y el profesional convivieran. El lugar en dónde la cultura se explora, critica, analiza, demarca, rompe, funda. Es necesario ese espacio. Y la sede del Ateneo de Caracas fue diseñada y hecha específicamente para el Ateneo, no para otra cosa. Nunca entenderé como ese espacio fue atacado violentamente hace unos meses. Cómo un gobierno que se hace llamar de izquierda aupa esas acciones. Y si no lo hace, se hace la vista muy gorda.Se reducen los espacios, como en el cuento de Cortázar. Nos seguimos haciendo peronistas. Veo un futuro con Lina Ron dando clases en la Universidad y sencillamente pierdo el aliento. Lo creemos imposible tal vez, pero sabemos que puede pasar. Creo, insisto, en que la disidencia, la oposición a un gobierno no es enemiga del pueblo. Nosotros también queremos hacer país, queremos continuar haciendo, construyendo, fundando un país. Y eso se logra no solo creando nuevos entes, sino dándole constancia a los que nos preceden. Esas instituciones, tan jóvenes además, que apenas empiezan su labor de hacer patria, son columna vertebral de una nación. Sin ellas, volvemos a ser un monigote gomecista.Perder ese espacio es perder un lugar. Es seguirnos quedando sin nada en nuestras ganas de construir un país.

Mirar los que somos: El Pintor de Batallas, de Arturo Pérez Reverte

Acerca del dolor nunca se equivocaron los maestros antiguos: qué bien comprendieron su sitio en nuestra vida, cómo llega mientras otros comen, abren una ventana o se pasean sin más.W.H.Auden

El Pintor de batallas me recuerda El séptimo sello, de Bergman. La muerte llega y juega al ajedrez con el que va a morir. La llegada de Ivo Markovic a la vida de Faulques (un regreso a su vida más bien) no es muy distinto. El mecánico croata, ex-combatiente en la guerra de los Balcanes, en donde fue prisionero, torturado y liberado después, aparece de repente en la torre propiedad de Faulques, para anunciarle que viene a matarlo. Faulques, veterano fotógrafo de guerra, reconocido y premiado por la crítica internacional, en su retiro ha decidido pintar un gran mural en una torre a la orilla del mar, un mural cuyo motivo son las guerras y batallas que el hombre ha tenido desde el principio de los tiempos. Estudiante de arquitectura y arte en su juventud, abandonó estos oficios por el obturador, por el instante frío y dramático a la vez que es una fotografía. En su vejez, ya de regreso de todo, vuelve a sus inicios: toma sus pinceles y decide plasmar aquello que ha visto en el andar de los hombres por el siglo que le tocó vivir. Su pintura, llena de la presencia de Paolo Uccello, de Goya, de Brueghel el viejo y el joven, de Cezanne, de los muralistas mexicanos, entre otros, es el destinatario final del testimonio del ojo, de la desesperanza y el horror.¿Hasta cuando es soportable el dolor ajeno? Esa es la gran pregunta que recorre la novela. Comienza y termina con un Faulques comulgando con el cosmos, el todo, la naturaleza: nadando hacia el mar del recuerdo al principio, y al final nadando hacia el mar del olvido, de la nada. Pero un cosmos, una naturaleza como es: fría, sin sentimientos, implacable, que forma también parte de la naturaleza humana.¿Para qué el mural? ¿Por qué razón lo pinta? La hechura de la pintura es la hechura de la memoria, del tiempo: el arte es el testimonio de lo que somos. De los peor en nosotros como algo intrínseco a nosotros mismos. Siete meses lleva Faulques en la torre en busca de la geometría del caos trazada en su pintura, como una crítica además a la sensibilidad moderna, aquella que no tolera el horror, el dolor y la muerte, cuando eso es realmente lo cotidiano.La memoria es convocada por la imagen: la crueldad, la incertidumbre del territorio que pisamos, los asesinatos y violaciones, los fusilamientos, hombres abandonados a la orilla de un río para ser devorados por cocodrilos. Es convocada con vistas a ver el mundo en su dimensión real, cruda y lúcida: fotografiar al hombre, no su rostro.A través de la visita diaria de Markovic, Faulques va recordando su vida, va reflexionando acerca de aquello en lo que cree y no cree. Ambos se dedican a darse respuestas y formularse nuevas preguntas. En ese recuerdo, el dolor por la pérdida de su mujer y su hijo, brutalmente asesinados por vecinos de toda la vida en su pueblo, y a causa de una fotografía tomada por Faulques a él siendo soldado croata en la guerra de los Balcanes; también la presencia permanente de Olvido Ferrara, Oráculo constante de la muerte y su reverso, el amor, para Faulques, su catarsis permanente, muerta al pisar una mina en la misma guerra. Palabra a palabra, a través del arte y la memoria, cada uno va recorriendo su propio infierno y aquel que los une, sin tregua.“una azarosa excursión hacia la muerte y la nada”, dice Faulques. O, como continúa Auden en su poema:

No olvidaron jamás
Que hasta el peor martirio ha de cumplirse
Como sea, en un rincón, en un sitio mugriento
Donde los perros llevan su perra vida y el caballo del
Verdugo
Se rasque contra un árbol las inocentes ancas

Asalto a letra armada

He tenido varios sueños de ladrón: Ser invisible y caminar por la biblioteca de Rafael Arraiz Lucca, revisar cada libro de poesía venezolana y confirmar de alguna manera si en verdad se los leyó todos para sus antologías y si no fue así, tomarlos; entrar disfrazado de técnico de Directv a casa de Felipe Márquez Brandt y, como un personaje del Cuento Cultural Nº 1, de su libro Bustrofedón, mientras discuto de Bizancio o Miles Davis con él, de cómo los Leones del Caracas son el enemigo perfecto, extasiarme con su colección de discos, libros firmados o primeras ediciones, tarots y juguetes y entre la babieca entre tanta maravilla, entre el desorden que según dicen puede haber en esa cueva de Alí Babá, ubicar todos los libros de Valentín Espinal, ver como esconderlos entre el bolso y la carpetica con logo de la empresa e inmediatamente huir. Organizar una operación comando a casa de Manuel Caballero, entrar cual SWAT bajando en un mecate por el balcón (espero no hayan rejas, sino segueta con eso) y con mucho sigilo encontrar la primera edición del primer libro de Salvador Garmendia, que según escribió antes de morir, debería estar allí y en todo momento hacer caso omiso del resto de los libros e incluso del mismo don Manuel dándome golpes con su azulada boina.......pero ahora ha surgido uno nuevo...entrar como perro por su casa a las Librerías del Sur, y con la destreza que la mafia de robalibros esgrime en nuestra ciudad, en donde se hacen amigos tuyos, te asaltan descarádamente y además tienen el tupé de tomarse un vinito afuera porque sucede que hay un bautizo, poco a poco ir llevándome todo libro alusivo a la magnanimidad de Hugo. Es un sueño limpio, sin mayores tretas que éstas: recorrer cada sucursal y tomar poco a poco del stock de cada una,ver como se acusan unos a otros de imperialistas y escuálidos disfrazados; cómo el Ministro del Interior, el de Comunicaciones, el de Cultura y al final el mismo Hugo señalen la mano peluda de la CIA en tamaña empresa......los llevaría a un lugar oculto, escogido por mi, en donde los iría apilando y colocando en mesas y vitrina, para dentro de unos cincuenta años, apelando al olvido tan nuestro, dejárselo como herencia a mis nietos indicándoles claramente que ese es el Museo de Hugo, un antiguo déspota que se creía Dios de las Américas, primo hermano de María Lionza,y otros signos de falsa grandeza, y que el único fin de este vano Museo es tomar cada uno de los ejemplares y lanzarlos, como a muchacha virgen en algún volcán de Hawai, a la candela en donde se recicla el papel y, cual obra de alguna fuerza celestial o divina,ver aparecer uno a uno, como por acto de magia, cada ejemplar robado de la Biblioteca Nacional por un grupete de mercenarios de la memoria de nuestro país,en los años en que principiaba el siglo:enteros, hermosísimos, como nuevos, aunque en alguno de los ejemplares propablemente aparezca, porque uno no se libra de todo en la vida, una suerte de protuberancia en la página 20, 21 que ingenuamente los muchachos, sin ninguna fechoría de por medio, identifiquen como una verruga sin testigos.

Pink Floyd en Caracas

Salimos de El Rosal, Javier, Fleján, la Romero y yo. Salimos en V: Salvador y la Pao hacia el carro de ella estacionado en El Lido, a poner gasolina, sacar efectivo del cajero, comprar cigarrillos; Javier y yo hacia su camioneta parada en la calle, al lado de la Bolsa de Caracas. Quedamos en vernos en la Pizzería en Altamira. En el camino, Javier iba manejando con calma, dando más bien vueltas, y conversando acerca de como parece que la izquierda en este país se jodió; cómo lo que parecía una oportunidad histórica se fue por el bajante, y los que terminaron con el poder terminaron siendo unos populistas más. Hablamos de la pronta llegada (¿pocos años, décadas?) de Uslar Pietri y sus herederos al poder y pajas por el estilo. Esto es el Caribe, decía Javier, aquí no hay derechas o izquierdas, hay venezolanos queriendo hacer país o venezolanos que se pasan eso por las bolas. Punto. Discrepo de eso, pero llegamos y se acabó el tiempo. Al minuto llegaron el negro y Paola. Entramos, hay gente pero hay mesa, suena la Fania. Cuatro tercios, por favor. Sigue la discusión, más cervezas, llega más gente al local, suena Héctor Lavoe. El mesonero, el único de siempre, sorpresivamente está contento. Lo tomamos como una muestra del poder de Paola: le sonríe, le habla claramente, con autoridad pero con fineza, y el tipo cae. Lo hemos visto antes, nos hacemos los locos, eso significa ganancia (no nos van a sacar de aquí temprano). A la hora Romero se tiene que ir, tiene un cumpleaños con las amigas, hace ojitos con Javier, no es su tipo me dice luego por mensaje de texto, le falta mugre como para que le guste a ella le respondo, me conoces, me contesta. Aún así, eventualmente podría pasar algo. Javier quiere Pizza, se la hemos vendido de tanto hablar de ella, solo queda Parrilla. No comemos. Propone pedir varias cervezas más e irnos a su casa. La música está fabulosa, suena El Faisán, alabamos a Johnny Pacheco, hablamos de cómo surgió la salsa en Nueva York, y cómo Caracas fue protagonista también. Giramos alrededor de viajes de Javier allá, seis meses de vida de Fleján cocinando cerca de Chelsea, Los Yankees, Santana y el Kid, los trombones, el bolero y el mambo en la Dimensión Latina, y como la música es así, la sinfonía de la conversacion y de la noche es así, llegamos, de flauta, trombones, conciertos y Nueva York, a Pink Floyd. Lo último que habíamos conversado era la importancia de unas buenas cornetas para escuchar música. A Javier le estallaron los ojos y propuso irnos de una vez, nos invitaba a hacer una prueba de sonido en su casa. Y nos fuimos.Llegamos, cervezas abiertas, rindiendo los cigarros, poniendo la música. Pink Floyd en sus etapas: con Waters, creo que Barrett, llegamos a la era Gilmour. El concierto, hacemos silencio: Wish you were here, The Wall, todo. Javier tenía razón, todo se apoderó de la sala de su casa mientras escuchábamos y veíamos el concierto en un plasma descomunal. Le escribo a la Pao que se venga, me dice que no puede, que las amigas, le digo que las traiga, que Pink Floyd está en Caracas, borracho, me dice, me habla de Ana su amiga la rubia que baila flamenco y lee a Lorca, que quiere sacarla, que la pone en mis manos, hablamos de eventos que vienen, de ir a ver la peli que Salva recomienda, de tantas cosas escribiéndonos mientras Gilmour toca la guitarra con esa serenidad cotidiana que regala. Recuerdo entonces la historia de Salvador, de como hablábamos de las tascas, de La Candelaria, de bares de Salsa en Sabana Grande, de historias de Caracas y de Nueva York. De la avenida Lecuna, del Bar Estudio, cerca del viejo estadio de Cervecería Caracas, a donde el padre de Salvador lo llevaba. Sueño, entre acorde y acorde, con la Paella que el negro promete para pronto. Sigue Gilmour, se acaban las cervezas. No estamos en Nueva York, nuestra ciudad se ha ido olvidando de nosotros y ha cerrado sus locales, sus espacios, quiere siempre borrar sus huellas: nos queda una sala en una casa en Sebucán, escuchamos Pink Floyd en ella y nadie nos puede decir, en esta nostalgia de la adolecencia, de un tiempo en que Caracas era más amable, que Pink Floyd, con su aura, con su mundo musical en que nos sumergimos y soñamos mientras se vaciaban las botellas y se llenaban los ceniceros, que Pink Floyd, digo, en esta melancolía extaña, esta noche, entre los ecos de Pacheco y Lavoe, no estuvo en Caracas

Lectura de "La muerte del estratega",de Álvaro Mutis

La muerte del estratega fue publicado por primera vez en 1978 por la editorial Seix Barral. Posteriormente, la editorial Siruela lo hizo en una de sus hermosas colecciones. Toda la historia narrada por Mutis en este relato atestigua aquello que Consuelo Hernández denominó una estética del deterioro: esa conciencia de que nada permanece, de que son vanas las acciones de los hombres por perpetuarse en el tiempo y que al final todo termina en las manos de la nada avasallante. Quedan los hechos acaecidos, fugaces, tristes o portadores de contento, pero siempre finitos y repetidos en todos los tiempos. La enfermedad, la muerte, el pasado, el fracaso perenne, las necias ideas de los hombres, la mujer como espacio de conocimiento mayor, están presentes en este texto. Mutis siempre ha sido fascinado por Bizancio, y considera que la toma de Constantinopla por los turcos es el acontecimiento mayor en Occidente en tiempos cristianos. Luego de él, la España de Felipe II, la Francia de Napoleón son los dos momentos que más interés despiertan en el autor, más siempre minimizados por la idea de Bizancio. Las vicisitudes religiosas, políticas e históricas de esos tiempos lo ha embelezado siempre. No es descaminado señalar, considero, que este afán lo pudo llevar a escribir La muerte del estratega. Más allá de ello, intentaremos abordar este texto desde los principios de la semiótica con vistas a indagar profundamente en los hilos narrativos, temáticos y estéticos presentes en el relato.Hay en el personaje de Alar el Ilirio reminiscencias del alter ego poético de Mutis ha través de toda su obra, Maqroll el Gaviero: el ser siempre testigo del deterioro político de la sociedad y de los espacios creados por el hombre, la idea del errar a través de los andares en el tiempo, el escepticismo más llano. También se puede encontrar en otro personaje como Alvar de Mattos, diplomático portugués. Los ejes temáticos en la obra de Mutis cambian poco, por no decir nada; es fiel a sus más altas o bajas promesas. En su libro sobre Mutis, Consuelo Hernández nos señala en el índice las líneas que según ella Mutis lleva siempre en su obra, en términos de respuesta del individuo: Lo sagrado, el arte, lo erótico y el recuerdo, las drogas y el alcohol, el suicidio. Creo que todos menos la evasión por medio de las drogas, está presente en la personalidad de Alar. La búsqueda de respuestas aunado a la imposibilidad de encontrarlas signa sus caminos. Búsqueda sin sentido que entiende en el detenerse que la mujer le otorga y que estoicamente asume para afrontar la muerte.La muerte del estratega comienza de ésta manera:Algunos hechos de la vida y la muerte de Alar el Ilirio, estratego de la emperatriz Irene en el Thema de Lycandos, ocuparon la atención de la Iglesia cuando, en el Concilio Ecuménico de Nicea, se habló de la canonización de un grupo de cristianos que sufrieron martirio a manos de los turcos en una emboscada en las arenas asirias. Al principio, el nombre de Alar se mencionaba junto con el de los demás mártires. Quien vino a poner en claro el asunto fue el patriarca de Laconia, Nicéforo Kalitzés, al examinar algunos documentos relativos al Estratega y a su familia, que aportaron nuevas luces sobre la vida de Alar y alejaron cualquier posibilidad de entronizarlo en los altares. Finalmente, cuando se dieron a conocer en el Concilio las cartas de Alar a Andrónico, su hermano, la Iglesia impuso un denso silencio en torno al Ilirio y su nombre volvió a la oscuridad, de donde lo rescatara la ambición política de la Iglesia de Oriente.De esta manera, comienza el relato entonces. Mutis nos menciona en un párrafo quien es Alar, qué función tenía en Bizancio, y cómo murió. Además de esto, nos da una de las claves del relato, como lo son las cartas de Alar a su hermano, causa de perdición para los reunidos en Nicea, aporte clave acerca del helenismo del estratega para nosotros. La segunda de las claves, hay que encontrarla en el relato en la figura de Ana, de quien hablaremos más adelante.Mi planteamiento al abordar este texto de Mutis, es desde la intolerancia y la banalidad del poder entre los hombres; cómo el cristianismo no significa respuesta alguna para Alar y cómo su avance en el transcurso de la vida se ve determinado por el escepticismo, el refugio en las enseñanzas clásicas y el estoicismo.Hijo de un alto jerarca del Imperio, la educación de Alar fue descuidada en términos religiosos, al enviarlo su padre a estudiar a Grecia, tierra de la heterodoxia filosófica y religiosa. Pero, más allá de eso, más allá de la formación recibida, hay dos aspectos interesantes a señalar: el primero, su padre tampoco se destacaba por su piedad religiosa (no hay signos de su madre, es decir, no sabemos de influencias maternas ejercidas), era un político que hábilmente sabía moverse en la Corte de Bizancio. El segundo, Alar muy pronto se da cuenta de que la único manera de movilizarse y mantenerse vivo era el bajo perfil. Junto a esto, también viene aparejado la habilidad diplomática de Alar, que permite ganarse rápidamente a sus compañeros de armas y superiores:Como hombre de armas, Alar no poseía virtudes muy sólidas. Un cierto escepticismo sobre la vanidad de las victorias y ninguna atención a las graves consecuencias de una derrota, hacían de él un mediocre soldado. En cambio, pocos le aventajaban en la humanidad de su trato y en la cordial popularidad de que gozaba en la tropa. En lo peor de la batalla, cuando todo parecía perdido, los hombres volvían a mirar al Ilirio, que combatía con una amarga sonrisa en los labios y conservaba la cabeza fría. Esto bastaba para devolverles la confianza y, con ella, la victoria.Hay en el Ilirio una entereza y extraña resignación a los embates del destino que lo hacen diferente a los demás. No es el sacrificio cristiano, es la aceptación de un orden en el universo que solo lo pagano otorga. También es importante sobremanera señalar que el Estratega se absorbe constantemente en la lectura de los grandes Latinos, Virgilio, Horacio y otros, y que esto determina su pensamiento: la medida del latín, la exactitud de su pensamiento, tan distinto a las maneras cristianas, de origen hebreo, más orientadas a la grandilocuencia y el arrebato verbal. La llaneza que le adjudican a Alar le debe venir de Virgilio; la ironía de Horacio. Hombre que se casa por compromisos sociales, se mantiene más bien apartado de su mujer y frecuenta en sus avanzadas castrenses, muchachas de prostíbulos, pero sin mostrarse demasiado, sin hacer alardes:No se le conocían, por otra parte, los amoríos y escándalos tan comunes entre los altos oficiales del Imperio. No por frialdad o indiferencia, sino más bien por cierta tendencia a la reflexión y al ensueño, nacida de un temprano escepticismo hacia las pasiones y esfuerzos de las gentes. Le gustaba frecuentar los lugares en donde las ruinas atestiguan el vano intento del hombre por perpetuar sus hechos. De ahí su preferencia por Atenas, su gusto por Chipre y sus arriesgadas incursiones en las dormidas arenas de Heliópolis y Tebas.Producto de estas incursiones, es enviado Alirio a Bulgaria. Una misión que le fue encomendada es tomada por él como excusa para recorrer diversos parajes del mediterráneo, buscando huellas de los griegos en su mundo. Tanto tiempo tarda que es requerido por la Augusta, Irene, quien le llama rigurosamente la atención. A pesar de las elocuentes razones que esgrime, es enviado al exilio, fuera del ámbito grecolatino que le quita el sueño. Aquí comienza el segundo giro en el cambio del carácter del Ilirio (el primero es, claro está, su formación en Grecia, que lo aparta de toda huella cristiana). Alar vive una noche oscura del alma pagana, un momento de crisis, que se da en todas las culturas y creencias:…Alar sufrió el primero de los varios cambios que iban a operarse en su carácter. Se volvió algo taciturno y perdió ese permanente buen humor que le valiera tantos y tan buenos amigos entre sus compañeros de armas y aun en la corte. No es que se le viera irritado, ni que hubiera perdido esa virtud muy suya de tratar a cada cual con la cariñosa familiaridad de quien conoce muy bien a las gentes. Pero, se le veía ausente, con la mirada fija en un vació del que parecía esperar ciertas respuestas a una angustia que comenzaba a trabajar su alma. Su atuendo se hizo más sencillo y su vida más austera.Lo que le empieza a suceder a Alar es un signo inequívoco de la bilis negra: la llegada de la melancolía. Se empieza a secar de carnes y de aspecto. Y vive plenamente una crisis religiosa. Sus más cercanos colaboradores se preocupan por él, en especial por los espías de los obispos fundamentalistas, que esperan sólo que caiga por sus propias manos. En una carta dirigida por Andrés, hombre versado en letras y filosofías, a Andrónico, el hermano de Alar, este le plantea esa crisis. Cada momento de la historia se ve determinado por una carta o un diálogo siempre, con un desplazamiento espacial luego. El tiempo transcurre impasible y sereno sin detenerse. De esta crisis, Andrés hace un evidente retrato en su misiva, pero más allá de ello, nos muestra la lucidez que la crisis religiosa le otorga al Ilirio. Dice Alar, según la epístola de Andrés:Ellos hallaron el camino. Al crear los dioses a su imagen y semejanza dieron trascendencia a esa armonía interior, imperecedera y siempre presente, de la cual manan la verdad y la belleza. En ella creían ante todo y por ella y a ella sacrificaban y adoraban. Eso los ha hecho inmortales. Los helenos sobrevivirán a todas las razas, a todos los pueblos, porque del hombre mismo rescataron las fuerzas que vencen a la nada. Es todo lo que podemos hacer. No es poco, pero es casi imposible lograrlo ya, cuando oscuras levaduras de destrucción han penetrado muy hondo en nosotros. El Cristo nos ha sacrificado en su cruz, Buda nos ha sacrificado en su renunciación, Mahoma nos ha sacrificado en su furia. Hemos comenzado a morir. No creo que me explique claramente. Pero siento que estamos perdidos, que nos hemos hecho a nosotros mismos el daño irreparable de caer en la nada. Ya nada somos, nada podemos hacer. Nadie puede poder.El gran dilema del Alirio es el siguiente: él no es griego. El es, lo quiera o no, un hijo de Bizancio que reniega de ella, de los caminos tomados por los hombres a partir del hombre de Nazareth. Hemos comenzado a morir es la frase más importante de todas. Hay en él, a partir de esa crisis lúcida, un entender los caminos de la tierra y ante todo un entender que la única alternativa que queda es la muerte.Gracias a su hermano y la misma discreción del Ilirio, este es ascendido al cargo de Estratega, la más alta posición militar en Bizancio. Fue, también, una táctica política para minimizar su influencia en la corte, teniendo ahora tanta responsabilidad sobre sus espaldas. Además, es enviado a la frontera con Siria, a velar por el imperio e impedir los avances musulmanes. La ironía de Irene, la emperatriz, así como la de sus secuaces fundamentalistas y ortodoxos cristianos es constante hacia él, pero elegantemente se libra siempre de caer en desgracias. Hablamos de la corte de Bizancio, que se hizo legendaria por sus traiciones políticas, vericuetos romanos, tiranías veladas, intransigencias. Su vida pública en la corte cesa y comienza un tiempo de mayor reposo. Hay en Alar a partir de ahora, una serenidad recurrente que acompaña cada una de sus acciones y incluso de sus estrategias militares para proteger el imperio. La corte lo olvida en esos años alejado de ella. Pero ocurre entonces un cambio significativo: llega Ana la cretense.Ana era una muchacha heredera de una familia de Cerdeña, que llega sus manos junto con sus hermanos con vistas a encontrar refugio y protección. La manera de llegar es irónica: Irene le pide que negocie con los berberiscos para que los liberen, cosa que él hace. Más no cumplió totalmente su cometido: decide, y Ana está de acuerdo con esto, quedarse con ella, y enviar a sus hermanos por tierra. La vida de Alar cambia completamente, su serenidad aumenta, sus muestras de escepticismo disminuyen, se reconcilia con elementos perdidos de su vida. Aun así, en una carta a su hermano, deja en claro su posición. Por su extensión solo transcribiré partes de la misma:Podrás pensar que un amargo escepticismo me impide gozar del mundo que gratuitamente nos ha sido dado. No es así, hermano queridísimo. Una gran tranquilidad nos visita y cada episodio de mi rutina de gobernante y soldado se me ofrece con una luz nueva y reveladora de insospechadas fuentes de vida. No busco detrás de cada cosa significados remotos e improbables. Trato más bien de rescatar de ella esa presencia que me da la razón de cada día.La crisis acaecida en Bulgaria se ve superada. Alar se encuentra en ese momento de los hombres que es llamado la sabiduría: conciencia de sí, de lo que existe, de lo que somos. Sigue más adelante:No tengo ambición alguna, y unos pocos libros, la compañía de los macedónicos, las sutilezas del Dorio, los cantos de Alcen el Provenzal y el tibio lecho de una hetaira del Líbano colman todas mis esperanzas y propósitos. No estoy en el camino de nadie, ni nadie se atraviesa en el mío.Pienso que aquí se equivoca un poco Alar. Sin ánimos de entresacar conejos de una bolsa, si hay gente en su camino: el poder. La emperatriz, sus allegados, la curia, los primados ven al Estratega como un mal necesario pero aun así prescindible. Alar se reconoce griego o romano de Oriente y sabe que son el último bastión de la huella de los griegos, solo por eso continua. Es decir, asume ser parte de una decadencia, e incluso se asume, humildemente, como tal. El poder lo persigue y lo atenaza, a pesar de estar en una frontera: Irene, por pedido de los hermanos de Ana, manda que ella sea regresada. Los amantes se despiden, con serenidad y el Ilirio continua sus caminos por la tierra. Pero decide terminar con ellos de alguna manera. Pienso que al final del relato se juntan el estoicismo-escepticismo de Alar y la persistencia del poder en sustentar sus propios caminos. El estratega decide, un día, sin más, convocar a sus tropas y emprender una acometida a las huestes musulmanes, con vistas a paliarlas. En esta acometida va implícito un martirio de él y los suyos: sabe que lo más probable es que no vuelvan con vida. Pero sus soldados lo siguen hasta el final. Este combate resulta poco efectivo y todos mueren, incluyendo al Estratega. ¿Suicidio o sacrificio?. Pienso que se juntan muchas cosas: la maquinaria sangrienta de la guerra, los afanes del poder, las envidias, el auto sacrificio por el imperio, pero ante todo, la sensación de que la vida ya no vale la pena ser vivida ya. Al vivir sus mejores días al lado de Ana, Alar, al borde de su muerte, la recuerda:Y ante el vacío que avanzaba hacia él a medida que su sangre se escapaba, buscó una razón para haber vivido, algo que le hiciera valedera la serena aceptación de su nada, y de pronto, como un golpe de sangre más que le subiera, el recuerdo de Ana la Cretense le fue llenando de sentido toda la historia de su vida sobre la tierra.…la armonía perdurable de un cuerpo y, a través de ella, el solitario grito de otro ser que ha buscado comunicarse con quien ama y lo ha logrado, así sea imperfectamente y vagamente, le bastaron para entrar en la muerte con una gran dicha que se confundía con la sangre manando a borbotones.La imagen de la dicha asociada a la sangre que mana como elemento de entrada a la muerte, es muy hermosa: es como un manojo de rojos recostadas contra el pecho, ofreciéndose a la última dama que es la muerte.Pienso que Alar el Ilirio muere como consecuencia de los embates de la política bizantina, retorcida y cruel: sus exilios, sus castigos, el retirarle a la mujer que ama de su lado; por otro lado, siento que el Estratega se encontraba desde hace años preparándose para morir. Su muerte no es sorpresa para él, ni sufrimiento: es una mezcla de resignación, piedad por el mundo, escepticismo y respeto por las formas y caminos del mundo. Si nos fijamos bien, las actitudes de Alar son fundamentalmente pasivas en el relato: no opone resistencias mayores, no conspirar contra el poder. Solo hace su trabajo y pide que le dejen en paz en sus tinieblas (para los demás) que son luz para él. Todo esto va en un vaivén, un proceso que se va acrecentando con los años, de manera lineal. Nace, vive una crisis, resurge hacia la plenitud, y desciende hacia su cese. Quisiera pensar que no es el poder ni él quien determinan sus acciones o las consecuencias de las acciones de los que gobiernan, quisiera pensar que es la forma del mundo, las maneras de la naturaleza humana quienes desencadenaron la muerte del Estratega. Más, esa forma del mundo es también el poder y la lucha o la resignación ante él: esta fue la opción que Alar tomó. Saberse parte del poder y tratar de mantener lo más puro posible el legado grecorromano que aun subsiste en Occidente: que el anti-poder, mantenga en sus carriles al poder. No pudo hacerlo. Queda solo una vida individual vivida de la manera más honesta posible según sus convicciones, y la entereza de reconocerse siempre en el otro: sus soldados y amigos, su hermano, Ana. Reconocerse parte de un colectivo y tratar de mantener a flote lo más vivo de él.El poder triunfa (a pesar de sus virtudes, no es canonizado por la ortodoxia) y Alar cae en un olvido colectivo. Nos queda solo esta historia que Álvaro Mutis nos pudo contar.

Paseante, bookdealer, fanático del béisbol, poeta mayor

Siempre supe quien era Rafael Cadenas. Comencé tarde mis estudios de Literatura, y siendo Administrador, con traje y corbata, leía y releía la Antología Poética editada por Monte Ávila editores. Las fotografías de Cadenas llenaban muchos semanarios literarios, libros sobre él o sobre poesía, múltiples libros. Es uno de los poetas más fotografiados y más fotogénicos también. La primera vez que lo vi en persona, fue en un autobús que bajaba de La Boyera a Chacaíto. Yo trabajaba en la CANTV de la Boyera, que llamaban de El Hatillo, al lado del MacDonald´s. Y lo vi, sencillamente porque yo estaba en el primer puesto y el se sentó al lado. Quería el destino que tuviera en mi morral, junto con la vianda vacía despachada a mediodía, unos poemas míos. Quería enviarlos a un concurso en la CANTV y estaba decidiéndome si hacerlo o no. Y tenía, de golpe y porrazo, a Cadenas al lado mío. Me temblaban las manos. Su expresión era impasible, serena, con el seño marcado como siempre lo ha tenido. Los minutos más angustiantes de mi vida fueron esos: los que recorrieron La Boyera, toda la autopista de Prados del Este, y Paseo Las Mercedes, en donde se bajó. Nunca pude mostrárselos. La tristeza, aunada a una sensación de alivio, me acompañó en el recorrido que quedaba. Entregué mis poemas, nunca gané nada y lo duda surgió en mí: si se los hubieras mostrado, quizás te quitaba todo lo sobrante y....pero no pasó.La segunda vez, unos cinco años después quizás, después de la Semana de la Poesía en su homenaje, de la edición de Bid & Co, de tantos libros de entrevistas, lo volví a ver, muy cerca. Ya era librero en El Buscón y empezó mi trato con él. Cadenas es el mayor Bookdealer de la ciudad, sabe vender libros, sabe las maravillas que tiene y además posee un sentido práctico enorme al comprarlos. Como una vez que se llevó una antología sencilla de un poeta (no recuerdo su nombre), a 2 mil bolívares algo así, y resultó que la traducción era de Rubén Darío. A Cadenas lo llaman callado, taciturno. Es falso: es el hombre más alerta que he conocido. Rafael Cadenas es la sumatoria de un monje shaolín, el Vito Corleone de Marlon Brando, y Yoda, maestro Jedi. Lo creen distraído, y sucede que capta la realidad como una esponja. Sólo he visto su serenidad alterada por tres cosas: que el Magallanes pierda (he escuchado un "coño" salir de su boca), la situación política del país, su mayor angustia en estos momentos, y erratas en los libros.Este hombre de 79 años, guaro, que vivió en exilio, y fue profesor universitario durante tantos años, es para mí, el mayor poeta de la lengua española después de la Segunda Guerra Mundial. Es un poeta mayor, que ha hecho de cada poemario una nueva línea, un nuevo descubrimiento para sus lectores. Rafael Cadenas es un gestador de realidad y de silencio.Esta breve nota no se da abasto para un análisis concienzudo de su obra, que es vasta y maravillosa, sin final. Son apenas esbozos de un contacto con el hombre, con el amigo, que en la mayor muestra de generosidad, no se cansa de leer a los jóvenes poetas, no se cansa de brindar su mano. Como a mí, que me prestó varios libros sobre la obra de W.H.Auden, de quien fue mi tesis de grado. Cadenas, que abiertamente te dice que le muestres lo que escribes; Cadenas, maestro de generaciones, desconocido por tantos en el ámbitos hispano por esas tristes razones llamadas "las políticas del mercado"; Cadenas, a quien Octavio Paz admiraba profundamente, a quien leía con frecuencia, merece que hagamos una sumatoria de voces, de testimonios, de unión de fuerzas y ser postulado al Premio Nobel de Literatura.Así tengamos que acercarnos a Estocolmo.

Apuntes para una poética del ciberespacio (segunda parte)

La literatura y el poder bailan desde el principio de los tiempos. La rebeldía, esa condición nuestra, no dejará de acompañarnos hasta el final de los espacios. La relación entre literatura y poder sigue, la relación entre rebeldía e Internet apenas está comenzando. La red es un universo infinito de conocimientos, datos, imágenes cada vez más difíciles de domar, domesticar. Es una sobrenaturaleza. Otorga la oportunidad de realizar cambios significativos en nuestra forma de comunicarnos con los otros, que puede realizar modificaciones importantes en nuestras costumbres y criterios éticos, e incluso religiosos. ¿Puede un blog convertirse en un espacio sagrado? Pienso que puede, a partir de una erótica de la red. No hablo de pornografía, ni de espacios determinados por imágenes. Hablo de una erótica de la palabra que no guíe pasos, sino que nos ayude a perderlos y en ese descampado terrible, esa noche oscura, nos atrevamos a ir más acá de nosotros, a explorarnos, a rebelarnos contra aquello que nos limita, sea de índole material (no tengo quien me publique), personal (me da vergüenza que sepan quien soy) o político (si saben que escribo esto, me asesinan, me deportan, encarcelan a mi familia). Escribir en la red es, al fin y al cabo, escribir bajo condiciones estipuladas por el servidor. Es falso pensar que uno aquí hace lo que le da la gana. Hay condiciones que uno debe respetar. Ahora bien, así como existió y existe literatura clandestina, prohibida o moralmente reprobable por las leyes y costumbres de la época (pienso en la obra de D.H.Lawrence, por ejemplo), de igual manera existen diversos planteamientos en Internet que no van con las líneas establecidas. Hablo en término literarios, no hablo de blogs de neonazis ni de fundamentalistas políticos o religiosos, aunque lo humano, que es el fin de lo literario, la materia viva, también aborde, critique y se rebele contra estas ortodoxias.¿Qué privilegia en el blog en cuanto a formas literarias?. Los blogs de poesía y de diario abundan sobremanera, sean de corte individual o colectivo. El cultivo del cuento es recurrente, en especial en el ámbito hispanoamericano (es un género con una gran tradición). También hay espacios sustanciosos para el mincuento o la minificción, que cada día aumenta sus adeptos y fanáticos. El epigrama, el fragmento, la anotación, paradójicamente no circula tanto. Escribimos miles de mensajes de texto, conversamos abundantemente por el Chat y aún así la frase, la forma breve en términos literarios nos cuesta. Es como si no tuviera alcurnia. La clave de las formas breves está en su lectura lenta, cuidadosa, y en espacios cada vez más rápidos el ojo del lector aún suele interpretarlo como el horóscopo del día. Entonces, ¿qué debemos abordar aquellos interesados en escribir en la red?, ¿es posible la novela?, ¿qué ocurre con un género como la literatura epistolar? Algunos autores la han vuelto a cultivar, pero en la red, a pesar de la importancia del correo electrónico, aún no.¿Qué buscamos al escribir en la red, en este ámbito nuevo, de ritmo distinto, de formados variados?. Más allá de comunicar, de establecer vínculos, diálogos y expresarnos, ¿qué buscamos en términos de forma?. ¿Cuáles serán las formas de la era tecnológica?. ¿Apelaremos a la vanguardia o nos haremos más clásicos?Levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad. Esas fueron las Seis propuestas para el próximo milenio, de Italo Calvino. Fueron una serie de conferencias que preparó para ser leídas en la Universidad de Harvard en 1985. Lamentablemente, el autor murió antes de poder hacerlo. Nos dice: En el universo infinito de la literatura se abren siempre otras vías que explorar, novísimas o muy antiguas, estilos y formas que pueden cambiar nuestra imagen del mundo. Y nada más acertado que eso. En un mundo multipolar y transcultural, ese mundo que ya hemos empezado a ser, debemos transmutar el antagonismo entre cuerpo y virtualidad, por medio de las formas que consideremos correctas para expresar el arte. Unas formas que trasciendan los casi siempre limitantes conceptos de los que detentan el poder. Hagamos una erótica del ciberespacio.Escribamos en la bóveda celeste de la red.